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La ciencia sale del laboratorio

Decenas de niños acuden al Centro de Servicios Universitarios, donde un equipo de científicos realizó experimentos con objetos domésticos

Padres e hijos contemplan al investigador de la Universidad de Oviedo durante un experimento con imanes. RICARDO SOLÍS

Extraer el ADN de un kiwi; crear un juguete científico con una botella de plástico, agua, la carcasa de un bolígrafo, dos clips y una goma; hacer que un refresco brille o generar electricidad son algunos de los experimentos mostrados ayer por un equipo de investigadores de la Universidad de Oviedo a través de cinco stands montados en el Centro de Servicios Universitarios. El objetivo de este programa dirigido al público a partir de cinco años era visualizar el trabajo de los científicos, sacar la ciencia de los laboratorios para llevarla a la calle y abrir las puertas a la ciudadanía del centro educativo y cultural de la calle La Ferrería, como apuntó su director Rubén Martín Payo.

A lo largo de toda la tarde, decenas de niños acompañados por sus padres se adentraron en el mundo de la ciencia a través de objetos tan domésticos y cotidianos como pilas, gominolas, velas, botellas o latas de refresco con los que constataron que "algunos cereales tienen hierro o que el agua puede ir hacia arriba", como expuso Marcelino Menéndez junto a sus dos hijos. Grandes y pequeños también tuvieron la oportunidad de observar a través de un microscopio fotónico el tallo de una planta de girasol, un trozo de jamón o el polvo que recubre las alas de las mariposas y gracias al cual pueden volar. "¡Qué guay!", repetía con entusiasmo Alfonso Martínez, de siete años, con los ojos pegados al sofisticado aparato que manejaba Marta Alonso Guervós tras contemplar una muestra de agua de un estanque. "Lo que entra por los ojos entra mejor", apuntaba la técnico de apoyo a la investigación de la Universidad de Oviedo, al frente del taller "La luz en miniatura".

En la sala contigua, los niños se arremolinaban en torno a David Hevia (del Instituto Universitario de Oncología) y Sergio Cueto (del Servicio Científico Técnico de la Universidad de Oviedo) que experimentaban con alimentos. "A diario trabajamos en estudios que nadie entiende y aquí disfrutamos utilizando curiosidades para enseñar conceptos científicos básicos", coincidieron en señalar al tiempo que comparaban la densidad de dos latas de refresco dentro de un tarro con agua.

"La light flota porque tiene menos azúcar", relataba Cueto para explicar a continuación que "si metes un huevo en vinagre durante un par de días la cáscara se disuelve dejando visible el interior". Para demostrar este proceso, presentó un huevo en el interior de un vaso con vinagre durante la descomposición de la cáscara y otro con ella ya disuelta. Las caras de los niños reflejaban sorpresa y admiración.

Por su parte, con pilas, imanes y brújulas, David Martínez y Víctor Vega enseñaban en el stand "El magnetismo revolucionario" cómo se genera la electricidad. A pocos metros, José Manuel Montejo desafiaba a la física con una simple lata de refresco, y un piso más abajo, Alfonso Fernández centraba sus experimentos en las reacciones químicas que producen cambios de color. Así, destinó un líquido morado añadiendo dos reductores: sacarosa y glucosa.

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