La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La capital lechera de Asturias pide auxilio

"Los políticos nos toman el pelo", dicen los jóvenes ganaderos de Gozón ante la falta de ayudas

Ángel Manuel y Victoria Gutiérrez, dentro de su explotación. IRMA COLLÍN

El sector ganadero está en crisis. Y no solo por el precio de la leche sino también porque los profesionales jóvenes creen que representan a la última generación que se dedicará a la atención de los animales, principalmente vacas. Gozón, capital lechera de Asturias por su elevada producción, cuenta con varias ganaderías gestionadas por hombres y mujeres que aún no han cumplido cuarenta años y que mantienen viva una actividad que tradicionalmente ha pasado de padres a hijos. "Un ganadero nace, raro es el se hace", destaca Rubén González García, de 35 años y que cuida con mimo sus 220 ejemplares en su explotación de Condres, en la parroquia de Bocines. "Quizá seamos los últimos. No es mundo atractivo para los jóvenes. El precio de la leche no sube", señala Victoria Gutiérrez Prendes, también de 35 años, y responsable de otra explotación de Condres. "Nadie que no nazca en este ambiente se quiere dedicar a esto", añade. Moisés Gutiérrez Rivas, ganadero de 31 años de El Ferrero, también se crió entre vacas desde que era un niño. "El futuro es negro, seremos la última generación si la situación no cambia y, en gran parte, se debe a los políticos, que nos toman el pelo con el paripé del acuerdo lácteo", expresa, ante la atenta mirada de su padre, Francisco, ya retirado, que asiente con la cabeza.

Gozón tiene el honor de ser el concejo con la media de producción de leche de vacuno más alta de Asturias. La entrega media en la última campaña arroja que cada productor aportó 451.600 kilogramos. En gran medida, esta cifra se debe a las grandes explotaciones ganaderas del municipio como Badiola, La Corona o Agroartime, por citar algunas. Sin embargo, este concejo situado al norte del norte de la región cuenta con ganaderías más pequeñas, que son gestionadas por jóvenes que aman su profesión.

Algunos tienen carreras universitarias o estudios de grado superior, pero decidieron quedarse en casa para echar una mano a sus familias y sacar adelante sus explotaciones ganaderas. La veterinaria Victoria Gutiérrez defiende que es una profesión vocacional. "Es más, te elige a ti. Crecí rodeada de animales, ayudando a mi padre a segar, a mi madre a estar con el ganado... Mi carrera estaba encaminada a ello. La gente que no vive la ganadería piensa que es un trabajo que esclaviza, cuando simplemente es una forma de vida", expresa esta mujer, minutos después de que una de sus vacas diera a luz a una ternera. La explotación que gestiona con su hermano Ángel Manuel cuenta con 250 reses, de las que 120 son ordeñadas a diario. El resto son crías.

Ángel Manuel Gutiérrez, de 37 años, estudió hasta COU y decidió que su futuro también estaba en la ganadería familiar "para toda la vida". "Si fuera hijo de un pescador igual también era pescador", relata con una sonrisa. Rubén González García casi nació entre ganado en la cuadra de sus padres. "Juegas a cuidar animales, te gusta y sigues adelante", explica el joven, que dejó los estudios cuando finalizó el instituto. "¿Seremos la última generación? Posiblemente. Tengo dos hijos -Mark, de 3 años, y Karlay, de 1- y me gustaría que continuarán trabajando aquí, pero no sé si podrán ni si querrán. El precio leche no es el adecuado y no sacamos ni para pagar gastos", afirma. "Mark me dice que me va a ayudar cuando sea mayor, pero no sé yo...", añade.

Rubén González tiene claro que su sector "no quiere enriquecerse, sino vivir tranquilamente". "Y eso no es pedir mucho", apostilla. Por su parte, Moisés Gutiérrez Rivas finalizó sus estudios de grado superior en Sistemas de Telecomunicaciones e Informática en 2005. Pese a que su padre le insistió en que continuara con su labor profesional, decidió cuidar de los animales. "La salida profesional está complicada y aquí eres tu propio jefe", afirma este joven ganadero, que comparte las labores con su padre, pensionista agrario. "A las ocho de la mañana ya hay que estar aquí, hay que catar", indica este profesional.

Falta de ocio

Otro de los "inconvenientes" que observan los jóvenes ganaderos es la falta de tiempo para el ocio. "Salgo de marcha con amigos por Avilés, pero sabes que a las ocho de la mañana del día siguiente te tienes que levantar para catar. Las vacaciones no existen, solo días sueltos y si no cato yo, lo hace mi padre", señala Moisés Gutiérrez. En el caso de que decida cogerse unos días de asueto, o bien su padre u otra persona tiene que hacerse cargo de las más de las 75 vacas que cuida en su ganadería de El Ferrero. "Y si metes a alguien, cuesta su dinero", apunta.

Victoria Gutiérrez, de Condres, considera que quince días de vacaciones es "mucho tiempo". "Luego, acabo de echando de menos la ganadería. Las vacaciones son desconexión, pero... Ocio hay, pero tiene que quedar, al menos, una persona pendiente", indica la veterinaria. En su explotación, hay otro joven contratado, Armando Benítez.

Rubén González considera que el ocio es "complicado" para un ganadero. "No puedes dejar el trabajo ni un día y si lo hacer, luego tienen que trabajar el doble", señala. "Nunca vamos de vacaciones porque necesitamos mano de obra para trabajar, esta profesión es dura y sacrificada, tienes algún día libre y tienes que estar pendiente porque igual hay partos de noche, y así y todo estamos contentos con lo que tenemos", afirma el ganadero de Condres. "Casi no tengo tiempo para ver y jugar con los guajes...", añade.

Los cuatro ganaderos consultados por este periódico proceden del medio rural. Actualmente, consideran "casi imposible" que una persona ajena a este mundo se embarque en un proyecto de estas características. "Imagina que teniendo de todo, no sale rentable para nosotros. Piensa que para montar una ganadería hay que contar con terreno, una nave, maquinaría...", relata Rubén González. Lo mismo opinan Moisés Gutiérrez Rivas y los hermanos Gutiérrez Prendes, Victoria y Ángel Manuel. "Una explotación nueva es casi un sueño", coinciden.

Los precios de la leche se ceban con los profesionales del sector y también el escaso dinero que supone la venta de terneros. "Pagan menos ahora que hace veinticinco años. Si antes rondaba 25.000 pesetas (150 euros), ahora lo vendes entre cincuenta o cien", indica Ángel Manuel Gutiérrez.

Para Rubén González, hay que buscar la fórmula que permita aguantar con la ganadería "porque de subvenciones no se puede vivir". Quizá estos cuatro profesionales del sector primario sean la última generación de ganaderos de Gozón, pero tienen ganas de seguir adelante con una profesión tan dura como satisfactoria en pleno contacto con la naturaleza y tampoco dudan en reivindicar un mejor trato por parte de las administraciones. "Hay más ganaderos jóvenes de los que la mayoría de la gente se piensa", concluye Victoria Gutiérrez, junto a sus vacas.

Compartir el artículo

stats