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La polución hace mella en la iglesia vieja de Sabugo, carente de medidas de protección

La restauradora Candi Bermejo reseña daños en los ornamentos pétreos y la fachada que también son perceptibles en el templo de los Padres

La iglesia de la plaza del Carbayo, con una plataforma elevadora delante usada en su día para una reparación. MARA VILLAMUZA

La contaminación ambiental, que tanto está dando que hablar desde hace unas semanas, supone una amenaza para la salud de los ciudadanos, pero también para la del patrimonio arquitectónico y monumental. La contaminación multiplica por diez la velocidad del proceso del deterioro del patrimonio, y ejemplo de ello es el estado que presentan la iglesia vieja de Sabugo o la de los Padres Franciscanos, ahora de San Antonio de Padua. Así lo asegura la restauradora avilesina afincada en Gijón Candi Bermejo, que realizó un estudio sobre el efecto de la contaminación en el templo sabuguero, construido entre finales del siglo XII y principios del XIII. "El estado de la iglesia vieja de Sabugo es preocupante", asevera.

Los contaminantes presentes en la atmósfera interactúan con otros factores ambientales, como la humedad, generando daños muy variados; los más importantes, en la superficie de la piedra por ensuciamiento, decoloración, tinciones y, sobre todo, la formación de costras negras que pueden dar lugar a la generación de ampollas, disoluciones y pérdida de cohesión de los materiales. "Como resultado se produce una continua pérdida de materia, irreparable cuando se trata de las formas originales de los elementos más singulares de los monumentos, como las formas talladas en capiteles, canecillos, etcétera", explica la restauradora.

Bermejo alerta de que la iglesia de la plaza del Carbayo "muestra una apariencia exterior de abandono, debido principalmente a la abundancia de depósitos de suciedad y otras formas de alteración que están provocando lesiones en el material pétreo". "El templo tiene dos portadas, donde se encuentra buena parte de los elementos tallados ornamentales y escultóricos. Su deterioro supone una grave pérdida de su valor histórico y artístico, y un inaceptable menoscabo de la integridad del monumento", lamenta la experta.

La iglesia de Sabugo -como la de los Padres Franciscanos, la de San Nicolás o el Palacio de Ferrera- está construida con arenilla de La Grandiella, extraída de la antigua cantera de La Magdalena, un material muy poroso "y ya fácilmente degradable de por sí". Son tres, según Candi Bermejo, los principales factores de deterioro que presenta: por las propiedades intrínsecas del material pétreo (la porosidad de la arenisca), por su emplazamiento en Avilés y por la falta de limpieza y mantenimiento de la fachada.

"En cuanto a su emplazamiento, la iglesia vieja de Sabugo se encuentra sometida a factores de deterioro relacionados con las condiciones ambientales, propias del clima asturiano (lluvias frecuentes, cambios de temperatura, viento...). Al tratarse de una ciudad industrial, está afectada por altos índices de contaminación ambiental (partículas y gases contaminantes procedentes de la industria y el tráfico portuario), y por su cercanía a la desembocadura de la ría, sufre además la acción de aerosoles marinos", explicó la restauradora.

Entre las diversas alteraciones y daños que presenta el templo, según la autora del estudio, destaca "la presencia de costras negras constituidas por yeso, que se ha podido formar con los sulfatos provenientes de la contaminación ambiental y de calcio aportado por los morteros, que además aglutinan partículas contaminantes provenientes de la industria, el tráfico portuario y de la combustión de hidrocarburos (tráfico y calefacción)".

La iglesia, prosigue la restauradora, "también presenta pátinas de suciedad bajo el tejaroz, canecillos y en los sillares del muro, que pueden estar formadas por el mismo tipo de partículas contaminantes aglutinadas en las costas negras". Y descamaciones, que en algunos casos pueden estar relacionadas con la presencia de costras que se desprenden al dificultar la permeabilidad del material pétreo.

La restauradora considera necesario actuar en la portada de la iglesia de Sabugo. "Se deberían solucionar los posibles aportes de humedad por infiltración, arreglando los defectos de las cubiertas o canalizaciones del tejado o los de capilaridad, si la humedad proviene del subsuelo; todo esto realizando las actuaciones necesarias para estabilizar los materiales en el resto de la fachada", explica. Y también urge un plan de mantenimiento. "Su estado es preocupante. Se deberían tomar medidas. El tejado también precisa una actuación. Mientras no se corrijan las deficiencias medioambientales, hay que atender la limpieza de las fachadas y la consolidación de aquellos elementos que evidencian mayor degradación", opina.

Otro tanto ocurre en la iglesia de los Padres Franciscanos. "La fachada tiene un estado de conservación más que preocupante. Ya se perdieron definitivamente muchas de las formas labradas. Urge una intervención, por lo menos para intentar estabilizar el monumento", sentenció.

Candi Bermejo considera "que no se está dando la importancia que merece al problema de la contaminación". "Las estaciones de medición están arrojando cifras más que preocupantes y lo único que se está haciendo es intentar minimizar la situación en vez de actuar para remediarlo. No se puede obviar lo que la contaminación supone tanto para nuestra salud como para el patrimonio. El gasto que acarrea la contaminación tanto en lo sanitario como en el ensuciamiento y deterioro de los monumentos, en la calidad de vida, es impagable. Nos tenemos que concienciar", concluyó.

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