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El proceloso mar de la burocracia

Los patrones de pesca denuncian que las tareas administrativas a bordo les quitan tiempo para "pilotar el barco, faenar o vigilar si un paisano se va por la borda"

El patrón de un barco arrastrero, en una imagen de archivo tomada en el puente de mando. RICARDO SOLÍS

Los patrones de los barcos pesqueros apenas miran ahora para el timón. El 90 por ciento de su trabajo -o al menos esa es su impresión- lo pasan delante de un ordenador para cumplir con las exigencias de la Administración. "Demasiada burocracia", lamentan los afectados, quejosos por que su seguridad y la de los tripulantes se resiente. "Ya no importa si la trayectoria del barco es la correcta, si hay pesca o si un paisano se va por la borda... Nos han impuesto gran cantidad de trámites con la excusa de la seguridad pero son inútiles, y eso lo debato con cualquiera: la seguridad, más bien la están poniendo en cuestión porque ahora un patrón ya no puede ir concentrado en su trabajo que es vigilar el barco, su trayectoria y la pesca", sentencia Jesús Galindo, armador. Y agrega al respecto: "Ahora es primordial que el patrón dedique mucho tiempo al ordenador si no quiere que al llegar al puerto le empapelen con multas". Y aún así, según Galindo, librarse de las sanciones es complicado. "Las exigencias administrativas son tan grandes que nadie o casi nadie va en regla". Por esta razón, asegura, los pescadores viven "en un estado de nervios brutal".

El patrón de un barco de pesca tiene aproximadamente diez minutos para cubrir los datos que le exige la Administración cuando navega desde el muelle hasta la bocana de la ría . En el argot marinero, a este proceso lo conocen como "abrir la marea". Si internet falla, algo habitual a bordo, el tiempo de trabajo ante el ordenador se prolonga. Al salir del puerto, el patrón debe rellenar otro formulario: hora de la marcha, situación... Una vez en el lugar de pesca, el "piloto" debe cubrir un nuevo expediente con las coordenadas y repetir este trámite cada vez que cambia de zona. El patrón debe cumplimentar también el área de "largada" -donde sueltan el aparejo- y de paro. Ahí no termina todo. Dos horas antes de entrar al puerto, el patrón debe advertir de la llegada y de la pesca que trae, con un diez por ciento de margen de error en el cálculo ante el riesgo de multa. En los muelles suele esperar un inspector.

"Si dejas algo de pescado en la nevera para vender hay que hacer otra notificación diferente desde el barco... Y todo así. Yo no creo que a los ganaderos les exijan tantos trámites para vender leche", subraya este hombre, seguro de que la Administración quiere terminar con la pesca. "Quieren arruinarnos y la mejor manera es apretarnos hasta asfixiarnos; y como España es así, el día que termine la pesca la culpa nunca será de nadie", recalca. El sector pesquero asturiano está harto de vivir en continua marejada. "Hay intereses grandísimos para que el pescado venga de fuera y a mí me gustaría saber si quienes pescan esos peces tienen que cumplir la misma normativa que nosotros".

Otra prueba del "acoso" que sufre la pesca es la cantidad de títulos formativos exigidos para navegar y enrolar a marineros partiendo del primordial, el de marinero pescador. "Hay que tener conocimientos de todo, hasta sanitarios... Esto es una tontería que solo sirve para sacar dinero", opina un patrón de barco de Avilés. El patrón mayor de Puerto de Vega, Adolfo García, critica por su parte que en Asturias no hay donde realizar los cursos que exige Capitanía Marítima para navegar: "Por un lado nos cuesta mucho encontrar a gente que quiera ir a la mar y que tenga la formación requerida y, por otro, los que quieren formarse no tienen dónde".

El director general de Pesca, Alberto Vizcaíno, señaló días atrás que Asturias es modélica en formación, con clases "a la carta". "Gracias a la coordinación de la Federación de Cofradías, el Centro Integrado de Formación Profesional del Mar y al Gobierno regional hemos conseguido eliminar todas las lagunas existentes en la preparación de los profesionales del sector". Con estas palabras, Vizcaíno replicó al patrón mayor de Candás, que como los avilesinos estos días, mostró su decepción ante la falta de apoyo de las administraciones públicas.

Los armadores y patrones de barco asturianos, aún así, no las tienen todas consigo. "Actualmente es más duro luchar contra la Administración que contra la mar. Ahora llegamos con miedo a los puertos porque seguro, seguro, seguro que estamos infringiendo alguna de tantas normativas que nos exigen", concluyen representantes del sector pesquero regional.

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