Ranón está viviendo un renacer en los últimos años por el asentamiento en la localidad de parejas jóvenes que huyen de las ciudades y ahora, además, hace piña. La asociación de vecinos decidió reunir a viejos y nuevos residentes al comprobar que muchos no se conocen entre ellos tras un artículo sobre el renacimiento de la parroquia publicado por LA NUEVA ESPAÑA el pasado 27 de diciembre. Y la convocatoria fue todo un éxito. Cerca de medio centenar de personas asistieron a la merienda, que tuvo lugar en el local social de la localidad sotobarquense y que sirvió, además, para repasar su historia, desconocida para la mayoría de los asistentes.

"A raíz del reportaje publicado en LA NUEVA ESPAÑA hubo vecinos que nos trasladaron que no conocían a la gente nueva. Así que decidimos hacer algo para juntarlos", explicó el presidente de la asociación vecinal, Jorge Noval, que dio la bienvenida a la cita con la proyección del artículo de este diario. El Ayuntamiento sotobarquense cedió para la ocasión un proyector, en el que los asistentes pudieron ver y seguir la evolución de Ranón.

"Hemos estado investigando y desde el Paleolítico hay por aquí muestras de asentamientos, pasando por la época romana, la Edad Media y hasta 1836 que se forma el ayuntamiento de Soto del Barco. Hay un primer censo de 1837, con 141 personas inscritas, y hasta el último censo, con 231", añadió el portavoz vecinal. Y es que Jorge Noval se documentó a conciencia y mostró a los asistentes fotografías (la más antigua de 1920) y relató anécdotas y acontecimientos que sucedieron en la parroquia "en la época de la guerra civil, finales de la dictadura y hasta nuestros días" .

Entre los asistentes, se encontraba la más veterana de Ranón, Esther González, de 95 años. "Nací, vivo y quisiera morir aquí. Estoy muy contenta de ver tanta juventud, porque me recuerda a la mía", comentaba, mientras los pequeños Pablo Fontecha, Pedro Pérez y Andrés del Riego degustaban chocolate caliente.