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Concejo de Bildeo | Crónicas del municipio imposible

La libreta del maestro

La vida de los profesores de pueblo hace años, la relación con sus alumnos y sus viviendas en medio de vecinos desconocidos

La libreta del maestro

De nuestro corresponsal, Falcatrúas.

Entre los papeles de D. Luis, el maestro que más huella dejó en Bildeo, había un puñado de libretas con las tapas de hule que alguien se ocupó de guardar para que no cayeran en manos extrañas; ese alguien no fue otro que Pepe Torazo, el peor alumno que el buen maestro tuvo en toda su vida. Fue un acierto, pues la joven maestra que lo sustituyó empezó a hacer limpieza y tiró todos los "papeles" que encontró. Quedó decepcionada al llegar, estuvo a punto de renunciar en aquel momento, desmoralizada al ver el estado de la vivienda anexa a la escuela.

Sí, el pueblo era guapo, pero sin carretera, sin agua, sin luz, echaba cinco o seis horas para ir o venir a su casa cerca de Oviedo. Imprudentemente, la probe rapaza manifestó unas ganas tremendas de encontrar otro destino; los vecinos empezaron a rezongar que menudo desprecio al glorioso pueblo de Bildeo, pero tuvieron que admitir que ser maestro en un pueblo en aquellas condiciones y, por mucho que lo adornaran, era una experiencia rayana en condena. Por otro lado, la moza se encontró muy a gusto durante el curso en que estuvo de maestra.

Algunos apuntes de las libretas de D. Luis ponían por escrito las canciones y conjuros que los chiquillos repetían hasta la saciedad, mientras martirizaban alguna lagartija:

Tsagartesa, pon la mesa,

que vien tua tía Tareisa,

con un palanquín de fierro,

a machacate la cabeza.

("Lagartija, pon la mesa, que viene tu tía Teresa con una vara de hierro a machacarte la cabeza").

Los adultos también tenían sus entretenimientos; ellos escuchaban asturianadas y coplas en los talleres de madreñeros; ellas, tenían tantas tareas que hacer simultáneamente que no encontraban momento para escuchar la radio hasta la noche cuando los demás, tendiendo hilos de cobre milagrosos que captaban Radio París o La Pirenaica. España era un país anónimo, en blanco y negro y sin televisión.

Otras de las anotaciones de D. Manuel reproducían algunos refranes, aparentemente sin equivalencias en Castellano, aunque sí las hay en otras versiones del Bable y no muy fáciles de estandarizar; la mayoría aludían al ganado bajo diferentes aspectos, se notaba que los animales fueron siempre de capital importancia para los bildeanos.

"Tsevey el braco a la tsande; foy pequeno, vienu grande", o lo que es lo mismo, "Llevé el cerdo a comer bellotas; cuando fue, era pequeño; cuando vino, era grande". La tsande es la bellota y en Bildeo se tenía la santa costumbre de llevar a los cerdos a comerlas al pie de los robles y las encinas en pleno monte, muchas veces a buena distancia del pueblo, y había que pastorear a estos animales, permaneciendo allí las horas que hiciera falta mientras ellos se aplicaban en engordar; era imprescindible vigilar, no fuera a ser que viniera el lobo o el oso y quedara la gente para el San Martín con una pita como único animal para la matanza.

Otros vecinos preferían recoger ellos mismos las bellotas y traerlas en sacos para echarlas a los cerdos en el duerno. En Extremadura los cerdos pastan a lo grande en las dehesas desde hace siglos, comen bellotas, hierbas, raíces? una costumbre que no debe ser mala, a la vista de los productos ibéricos.

"El miou braco foy a la foi, ya vienu como foy", es decir, "llevé a mi cerdo a comer hayucos y volvió (tan ruino) como fue". La foi, o fou, es el hayuco, el fruto del haya, inferior a la bellota como alimento, por eso en Bildeo lo despreciaban, pero había que aprovecharlo todo, hasta la yerba de las orillas de los caminos, por donde la abuela llevaba una vaca del ronzal a pastar, o sea que se aprovechaba el trabajo y el tiempo de la mujer, la yerba de los caminos y la leche de la vaca. ¡Qué tiempos! Mejor que no vuelvan, porque de momento no podemos comernos los móviles, ni los ordenadores ni las aplicaciones.

También se aprovechaba la hoja de algunos árboles allá por Octubre, antes de que se pusiese mustia, siendo la del fresno la más apreciada por las vacas, que la aceptaban de mil amores. El caso era evitar que el ganado se comiese antes de tiempo la yerba almacenada y reservada para el invierno, que podía ser muy largo, en Bildeo tiene nevado en Junio, de modo que si las vacas metían hojas de fresno en el menú, pues tanta yerba que se ahorraban, a saber cuándo podrían ir a pastar al monte, caso de nevar mucho.

Dicen los vaqueiros: "Poco hace un vaqueiro en todo el año si no guarda un carro de hierba para Mayo".

Seguiremos informando.

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