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RAÚL PRIETO | Organista, abre esta tarde el programa de la Semana de Música Religiosa

"Un órgano como el de Sabugo pone a la ciudad en el mapa mundial de la cultura"

"En España es imposible vivir de este tipo de música por falta de mercado; yo lo he logrado porque tengo mucha proyección internacional"

Raúl Prieto (Navalmoral de la Mata -Cáceres-, 1979) es consciente de ser un privilegiado: es uno de los pocos españoles que ha logrado vivir de tocar el órgano, el más grande de los instrumentos. Su nombre ha lucido en los rótulos de los mayores templos mundiales de la música de órgano: la catedral de Milán, el Victoria Hall de Londres, el Teatro Mariinsky de San Petersburgo o la sala de conciertos central de Moscú. Y aclara que, precisamente por esa proyección internacional, logra ganarse la vida con el órgano: "Si me circunscribiese a España eso no sería posible". Afincado en Estados Unidos, Prieto será el encargado de abrir a las 20.00 horas de esta tarde, en la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery, el programa de la XXIX Semana de Música Religiosa de Avilés; lo hará con un surtido de piezas entre las que destaca un bloque temático de Johann Sebastian Bach.

-¿Por qué es imposible ser un profesional del órgano a tiempo completo en España?

-Por su tamaño, es un país demasiado pequeño, con nulas posibilidades de tener un número de actuaciones que permita ganar el dinero suficiente para vivir del órgano.

-¿Pagan bien al menos?

-Mi caché para Estados Unidos es cuatro veces superior al de aquí, pero conste que hay países -Holanda por ejemplo- donde aún pagan menos que en España.

-¿Tanto valoran los estadounidenses la música de órgano?

-Es un país que da mucho valor al trabajo, que tiene dinero y donde la gente ve normal pagar las cosas buenas por lo que valen. Lo que sería inconcebible allí es actuar gratis; eso estaría mal visto.

-Me consta que la Semana de Música Religiosa de Avilés tiene un presupuesto de lo más ajustado, ¿hace precio "de amigo"?

-Yo también valoro el esfuerzo y el cariño con el que se hacen las cosas.

-¿Comprende que una ciudad como Avilés se sienta orgullosa de tener un órgano como el que usted va a tocar esta tarde?

-No esperaría otra cosa. El órgano es la máquina más compleja que el hombre supo construir hasta el siglo XIX. ¿Cómo no admirarlos? Además, tener un órgano pone a la ciudad en el mapa mundial de la cultura. Ciertamente, tienen ustedes motivos para sentir un legítimo orgullo.

-No obstante, quizás el número de personas que acude a los conciertos le parezca a usted pobre.

-Pues yo diría a todos los avilesinos que, así sea por curiosidad, se acerquen y escuchen, que no tengan prejuicios y, ya que tienen la suerte de tener un gran órgano en su ciudad, que lo disfruten. Mi concierto apenas durará una hora...

-¿Y qué tocará hoy?

-Aparte de unas piezas de Bach, el mejor compositor de la historia -que por cierto, era organista-, otras que a mí personalmente me gustan y quiero compartir, un surtido donde se mezcla la música romántica, el virtuosismo... Un poco de todo.

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