El abanico de artistas que han aportado sus obras a la I Exposición internacional de arte postal en Avilés "Aceite" -en la imagen- es tan variado como los trabajos que conforman la muestra, desde Jana López Delgado, una niña de ocho años, a colectivos artísticos de larga trayectoria. Igualmente son múltiples los materiales empleados en las obras llegadas desde doce países

El aceite es el hilo conductor del programa de actividades enmarcadas en las VIII Jornadas de alfarería de Avilés inauguradas ayer en dos espacios de la ciudad: el palacio de Valdecarzana y el Centro Municipal de Arte y Exposiciones (CMAE). En el vetusto edificio de la calle del Sol permanece abierta al público una muestra de arte postal con 200 obras procedentes de doce países y cuatro continentes realizadas con múltiples técnicas y en materiales tan diversos como cerámica, plástico, papel, tela, vidrio o acetato. Está patrocinada por el Ayuntamiento de Avilés y Correos El CMAE, por su parte, acoge la exposición "Alfarería tradicional de España", que reúne un centenar de vasijas originales de entre los siglos XVII y XX vinculadas al almacenamiento y conserva del aceite. Completan esta selección de recipientes (aceiteras, cántaros, candiles, tinajas, ollas...) una treintena de fotografías en gran formato que pretenden ayudar al visitante a entender el uso de las obras expuestas y adquirir un mayor conocimiento del mundo que rodea al preciado líquido, según apunta Ricardo Fernández, comisario de las jornadas.

Para ahondar en los diferentes aromas y sabores del aceite, una cata marcó ayer por la mañana el comienzo de dichas jornadas. Dirigida por Enrique Martínez Glera y con una veintena de participantes, consistió en probar tres variedades de aceites: arbequina (intensidad suave), royuela (media) y picual (fuerte). "El aceite es puro zumo de oliva; tiene que amargar y picar", señaló el oleólogo riojano para denostar el aceite que se comercializa como de oliva porque "lleva un 90% de aceite lampante, un líquido incoloro, inodoro e insípido, al que se añade el 10% de aceite de oliva virgen". Por su parte, comentó, para elaborar buen aceite virgen extra "ha de transcurrir muy poco tiempo desde que se recoge la oliva -que no puede tocar el suelo- hasta que se produce". Cuanto más corto sea el intervalo entre un proceso y otro, mejor será el sabor y el aroma del preciado alimento, recalcó. El término medio se sitúa en ocho horas, comentó Martínez Glera, si bien La Rioja cuenta con productores que invierten cuatro horas, e incluso sólo una hora.

Para consumir aceite en crudo recomendó cuidar la temperatura. "A 27 grados es cuando empieza a desprender olores y sabores. Se tiene la costumbre de tomarlo frío y hay que calentarlo rodeando con las manos el recipiente; en dos minutos alcanza la temperatura idónea", añadió el oleólogo para seguidamente demostrar las ventajas de utilizar el buen aceite y explicar que pagar la diferencia entre el bueno y el malo merece la pena. "A la gente le parece un sacrilegio usarlo para cocinar y deben saber que el aceite malo se quema a 160 grados frente al bueno, que no empieza a degradarse hasta alcanzar los 280 grados". Asimismo, habló de la reutilización: "El primero sirve para una sola vez y el bueno se puede utilizar tres veces".

Además de la cata, la visita a Avilés de Enrique Martínez Glera, doctor en Historia del Arte con la tesis "La alfarería en La Rioja desde el siglo XVI al XX", también incluyó una conferencia que tuvo lugar ayer por la tarde sobre la forma y uso de la alfarería del aceite.