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Concejo De Bildeo | Crónicas Del Municipio Imposible

Cocer es freír con agua

El uso de las viejas y las nuevas cocinas y las técnicas domésticas empleadas para sacarles el máximo rendimiento

Cocer es freír con agua

De nuestro corresponsal, Falcatrúas.

Ahora que sube tanto el recibo de la luz, todos nos acordamos alguna vez de aquellas cocinas de nuestros mayores, las famosas "cocinas económicas", de las que había varios modelos: las básicas, las calefactoras, las que incorporaban depósito de agua caliente... Resultaban de lo más práctico y representaron un cambio histórico, la cocina vieja dio paso a la nueva y la vida en los pueblos se transformó. Sin seguir cursos de ingeniería, las amas de casa aprendieron enseguida a regular el tiro con el registro de la chimenea y la rejilla inferior, aprovecharon la ceniza para abonar el huerto y dejaron de agacharse para cocinar.

Las casas más espaciosas conservaron la cocina vieja con el hogar en el suelo, las pregancias, los calderos, el horno del pan, manteniendo su función para amasar, curar el embutido, guardar cacharros, herramientas, etcétera.

Las cocinas económicas admitían como combustible cualquier clase de madera, carbón, lo que fuera. Y todos en casa, hasta los chiquillos, contribuían trayendo algún material para quemar; si se iba al monte o a los prados con el ganado, se aprovechaba para recolectar escobas y piornos secos, lo que en Bildeo llaman "fisgas", ideales para encender y transmitir el fuego a las astillas gordas que se echaban a continuación. Las fisgas no pesaban gran cosa, se transportaban en hatos amarrados con una correa o con una cuerda trenzada allí mismo con escobas verdes. Los piornos solían ser más grandes, de dos o tres metros de altura y se llevaban uno o dos enteros, aunque fuesen medio arrastrados.

Ahora tenemos cocinas de gas, vitrocerámicas, de inducción, y cada vez que sale un ministro de Industria a explicar por qué en la factura de la luz la parte que corresponde al consumo real de corriente representa menos de la mitad del importe y que la mayor parte son impuestos, cánones, moratorias, gastos inventados y patrañas de la industria extractiva (de perras) que practican las diferentes administraciones, uno se acuerda del "atraso" de tener una cocina económica.

Además de su economía, tenían el atractivo de su diseño, con partes de latón que contrastaban con el negro del hierro de su coraza, como la barra donde se colgaban el gancho, imprescindible para mover las tapas y arandelas que cubrían el fuego, y los rodillos de cocina, para que estuviesen siempre secos, sin olvidar el grifo y la tapa del depósito del agua y los pomos de las diferentes puertas. Fue el primer electrodoméstico y, sorprendentemente, funcionaba con madera.

En los "años de la fame", instalaron en Casa Fonso una de las que incorporaban un depósito de agua al lado del horno, le decían la caldera, para disponer de agua caliente, pues conservaba largo tiempo su temperatura aunque el fuego se hubiese apagado. Esta caldera disponía de una salida en el frente, controlada por un grifo, para llenar un cubo y fregar los cacharros, lavarse o afeitarse. El agua corriente y los calentadores no llegaron hasta treinta años después.

Pepe el Ferreiro inventó por aquellos años una receta que no acabamos de ver en los infinitos programas de cocina que da la televisión, ni siquiera en los que rescatan recetas tradicionales: "huevos a la caldera". De vez en cuando cogía un huevo de la cesta, lo posaba en la garcilla (cacillo) y sumergía ésta en la caldera de la cocina, manteniéndolo allí un rato, siguiendo las indicaciones de un cronómetro interior o tal vez rezando una oración, como hacían las abuelas antes de que los suizos fabricaran relojes: rezar un padrenuestro es el tiempo que necesita un huevo para freír en su punto; una salve para una tortilla francesa; un vía crucis para un pote de berzas... Pepe no era muy religioso, seguramente calculaba el tiempo a pulso: cuando le parecía que ya estaba, lo sacaba, le hacía un agujero en cada extremo y chupaba su contenido, sin más ceremonias.

Por aquella época también se estableció en Bildeo como principio gastronómico fundamental que cocer es freír con agua, no sé si ustedes habrán caído en esa cuenta. Lo descubrió una chiquilla que bajaba a dormir con María Luisona, que era bastante mayor, había quedado viuda, sola y pasaba miedo de noche. La mujer estaba muy agradecida a la chavalina y para demostrarle su gratitud se puso un día a preparar una manzanilla para tomar las dos en buena paz y compaña.

María puso al fuego una sartén con agua y, cuando estuvo a punto de hervir, echó un puñado de manzanilla y la dejó en reposo; la chiquilla observó la jugada, no le sonó que aquel procedimiento fuese muy ortodoxo y denegó la invitación. Cuando lo contó en casa dijo que María freía manzanilla en la sartén.

Seguiremos informando.

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