"Una asturiana es uno de los personajes característicos del libro inmortal", escribía el llanisco Ignacio Gracia Noriega hace un año por estas fechas de Maritornes, la sirvienta ordinaria, fea y hombruna que Miguel de Cervantes lanzó a la fama con su "Don Quijote de la Mancha". De Maritornes habló ayer en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Avilés el escritor y periodista Ramón Baragaño, que impartió la charla "Cervantes y Asturias" en un acto organizado por la Sociedad Económica Amigos del País de Avilés y Comarca. "Era una criada y prostituta de venta, cosa rarísima en una asturiana, que no ejercían esos oficios y menos fuera de la región", manifestó el experto, que analizó los personajes asturianos en la obra del escritor de Alcalá de Henares cuando el mundo de la literatura le rinde tributo en el 400º. aniversario de su fallecimiento.

Baragaño hizo alusión también a otra asturiana que aparece en la segunda parte del "Quijote": doña Rodríguez. Y a otros personajes a los que Cervantes dio "pasaporte" de la región: Lope Asturiano o Tomás de Avendaño, ambos en "La ilustre fregona". Habló también de Catalina de Oviedo, la protagonista de "La gran sultana", una obra que tardó 400 años en estrenarse "porque no gustaba al poder". El periodista avilesino reivindicó la representación en la ciudad de "La gran sultana", de 1615.

Baragaño enlazó la historia de este personaje, una heroína en un tiempo de hombres, con la buena relación de Cervantes con las mujeres. "Era un hombre moderno que tenía muy buen rollo con el sexo opuesto", subrayó. Hizo así una radiografía de la máxima figura de la literatura española: "Tenía mucho más prestigio fuera de España, algo bastante habitual en este país. Estuvo cuatro años y pico preso en León sin ningún motivo, era un hombre que no admitía fácilmente lo que había que hacer: era lo que hoy llamaríamos un hombre políticamente muy incorrecto. Tenía mucho humor también y en España siempre se consideró una cosa delictiva". Y agregó que "la vida de Cervantes en sí misma es una novela". "Tiene dos partes claramente diferenciadas. En su juventud fue un aventurero, un hombre de acción que quiso ganar la honra y por eso luchó. Nunca se lo recompensaron. Y siempre fue un muerto de hambre que no le dieron oficio interesante. Vivió una segunda parte de su vida mala porque como escritor tampoco pudo ser lo que quería. El humor fue su gran defensa, su aportación a la literatura española y nos lo pretenden vender como una persona muy seria", concluyó el especialista.