Por más que le persiga la sombra de la pasada gestión del Niemeyer -la que protagonizó Natalio Grueso y dejó una herencia en forma de deuda millonaria-, el expresidente Vicente Álvarez Areces entiende que no ha lugar a la autocrítica. Eso, para los jueces, vino a decir ayer el exjefe del Ejecutivo cuando este diario le preguntó en la misma plaza del Niemeyer por su grado de responsabilidad en la elección del anterior equipo gestor del centro cultural de la ría y las irregularidades supuestamente cometidas durante tres años coincidentes con su último mandato. Y, en efecto, no le falta razón al expresidente: los jueces tienen la última palabra, pues el asunto está en los tribunales.

"No soy yo quien para hacer reproches en materia de gestiones pasadas; eso se verá en otros ámbitos", declaró para, a renglón seguido, expresar su convencimiento de que "los temas de gestión" no debieran enturbiar "la realidad de un proyecto de esta naturaleza, que es reconocido como la mejor obra de Oscar Niemeyer en Europa; eso es lo que debería estar por encima de todo".

Álvarez Areces, que visitó el Centro Niemeyer en su gira electoral por Asturias y aprovechó para ver la muestra fotográfica que expone el Pulitzer asturiano Javier Bauluz, resaltó la "ejecución impecable, en tiempo y forma" del Niemeyer, un equipamiento que acabó en Avilés porque así lo quiso el Gobierno que entonces presidía el hoy aspirante a senador. "Fue una decisión de la que me siento orgulloso y que contribuyó a equilibrar territorialmente Asturias, pues Avilés estaba castigada por la crisis industrial que había sufrido", declaró.

Areces aprovechó su paso por Avilés para abominar de la política europea con los refugiados que huyen de conflictos bélicos y asegurar que si el PSOE llega al Gobierno de España hará todo lo posible por recuperar la filosofía de los principios europeos y no dejar a miles de personas abandonadas a su suerte.