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La falta de inversiones de Arcelor apunta al fin de las baterías de coque

La instalación avilesina lleva sesenta años activa y tiene como fecha tope de actividad 2017, prorrogable tres años más, cuando ya funcionará la renovada de Gijón

Las baterías de coque de Arcelor-Mittal en Avilés. RICARDO SOLÍS

La multinacional Arcelor-Mittal no prevé acometer inversiones más allá de las obligadas de mantenimiento en las baterías de coque de Avilés en los próximos años, confirmaron a este periódico fuentes de la compañía. Estas instalaciones, activas desde hace ya sesenta años, requieren de obras millonarias para poder seguir operativas a partir de 2020 cumpliendo los exigentes requerimientos ambientales. "Las únicas inversiones que se acometerán en las baterías de Avilés serán las de mantenimiento", aseveraron las mismas fuentes. Arcelor-Mittal no ha comunicado de forma oficial aún el futuro de las baterías de la ciudad, pero en la propia empresa reconocen que, a día de hoy, no está previsto que continúen su actividad más allá de 2019, una vez que entre en funcionamiento la nueva coquería de Gijón.

Las baterías de Avilés tenían en principio como fecha de caducidad 2017, si bien con la posibilidad de una prórroga hasta 2020. Para ese año ya está previsto que estén funcionando a pleno pulmón las remozadas baterías de coque de Gijón, en las que la multinacional invertirá 134 millones de euros. Aunque en medios sindicales y empresariales no pronuncian abiertamente la palabra cierre, fuentes de Arcelor consultadas por este periódico aseveran que "no está previsto que las baterías de Avilés continúen activas más allá de 2019".

La coquería gijonesa permanece inoperativa desde 2013 y Arcelor pretende que ésta vuelva a alimentar los dos hornos altos para la producción de acero a partir del primer trimestre de 2019. Los trabajos de ingeniería y supervisión han sido adjudicados a la compañía Paul Wurth, como adelantó este periódico, y la compañía luxemburguesa, a su vez, buscará apoyo en la asturiana Imasa y subcontratará otra pequeña parte a la alemana DMT. La reconstrucción de las baterías de Gijón garantiza el futuro de la siderurgia integral en Asturias durante los próximos cuarenta años y vuelve a abrir el debate sobre las baterías de Avilés, que parecen tener los años contados con la inversión de Veriña.

La coquería gijonesa será capaz de producir 1,1 millones de toneladas de coque, la misma capacidad que tenían antes de su clausura. Esta cifra, como ya informó este periódico, no servirá para cubrir las necesidades de suministro que tienen los hornos altos (1,4 millones de toneladas al año), pero fuentes de la compañía sostienen que esa diferencia de 300.000 toneladas podría importarse. La exportación de coque de Arcelor por el Puerto de Avilés lleva paralizada desde antes de 2012, cuando las dos coquerías estaban en funcionamiento. Lo que no ha trascendido hasta el momento es si se han abierto ya las negociaciones para prorrogar la actividad de las baterías de coque hasta 2020.

El futuro de la coquería avilesina resulta fundamental para el desarrollo de la ciudad. La instalación ocupa más de 400.000 metros cuadrados de suelo industrial, propiedad de la sociedad estatal Sepides (Sepi desarrollo industrial), dueña del Parque Empresarial Principado de Asturias (PEPA). Y estos terrenos colindan con las fincas donde está previsto levantar los próximos retos urbanísticos de Avilés: la conocida como Isla de la Innovación y el parque tecnológico, que está llamado a convertirse en una "pieza básica" del desarrollo del concejo.

El Plan General de Ordenación Urbana de Avilés recoge que el suelo donde están las baterías de la ciudad seguirá siendo industrial. "Si finalmente se desmontan las baterías de coque de Avilés, lo que se desarrollará en su lugar será el polígono de la ría: es lo que está previsto en el Plan Urbano", recalcó el pasado octubre el concejal de Urbanismo de Avilés, Luis Ramón Fernández Huerga, cuando se confirmó la inversión millonaria para las baterías gijonesas.

La coquería avilesina produce carbón destilado con mayor poder calorífico que la hulla normal, combustible que viene alimentando a los hornos altos de Gijón. Las instalaciones están obsoletas (comenzaron a producir sesenta años atrás y hace ya tiempo que expiró su vida útil) y son reiteradas las denuncias de los ecologistas sobre las emisiones a la atmósfera de la coquería, quejas que se han incrementado en los últimos meses.

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