El catedrático Fidel García analizó en La Granda las relaciones que estableció Santa Teresa de Jesús con las novelas de caballerías y destacó, en este sentido, la "mucha influencia" que existe entre las fantasías de los relatos de aventuras con el libro "Las moradas o el castillo interior", uno de las principales de la monja abulense. García participó la pasada semana en el curso "La visión cervantina en el siglo XXI" que clausuró el profesor Emilio de Diego con una ponencia centrada en las relaciones de Cervantes con Cataluña.
"Santa Teresa era una gran lectora de los libros de caballerías desde su adolescencia", explicó García. "Cuenta que su afición era tal que los leía a escondidas. Si no los tenía en las manos, no estaba tranquila", subrayó el catedrático. Aprendió, dijo García, los tópicos de ese tipo de novelística: los castillos, las damas... Y el ejemplo más claro de esta influencia está en el propio título de "El castillo interior", una obra en la que equipara el alma a un diamante con forma de castillo, dividido en siete mansiones, cada uno de los pasos que hay que recorrer para alcanzar la meta del camino de perfección que es la vida.
El interés de García por Santa Teresa es largo, pero también por Rubén Darío, del que este año se cumple el primer centenario de su muerte, "un aniversario que está pasando sin pena ni gloria", apostilló qiejoso el catedrático.
La presencia del principal poeta modernista en un curso centrado en Cervantes "es obvia", dijo García. "Estamos ante un gran hermeneuta de Cervantes". La prueba de ello es "Letanía del señor Don Quijote". Relacionó en este punto la visión americana de la Hispanidad y es que Darío es uno de los principales escritores de Hispanoamérica. García explicó que el héroe manchego "también encarnaba valores de la hispanidad".
La tercera parte de la ponencia de Fidel García se centró en la huella poética de Cervantes. "Se ha dicho tradicionalmente que era mal poeta, pero eso no es cierto. Lope de Vega le llamó "poeta malo quijotesco". Uno de sus poemas más importantes se lo dedicó a Santa Teresa", recalcó el catedrático. Se trata de la égloga "A lo éxtasis de la beata Madre Teresa", una obra escrita a mitad de camino entre el barroquismo y el Renacimiento que triunfó en unos cantos florales.
