La Real Compañía Asturiana de Minas (RCAM) sopesó a principios del siglo XX poner en explotación la mina "San Pedro" tras el cierre de la de Arnao, el 11 de septiembre de 1915. "Ese ambicioso proyecto de expansión podría haber cambiado la historia industrial de la comarca", aseveró el arqueólogo Iván Muñiz, director del Museo de la Mina de Arnao, que ha descubierto ese proyecto en el marco de su labor investigadora.

"Tomás R. San Juan Herrera, en nombre de la Real Compañía, solicitó el registro de la mina de hulla San Pedro con unas dimensiones de más de 3.000 hectáreas. El documento precisa su deslinde entre el Mar Cantábrico, los términos de la fábrica, Quiloño, Pillarno y los límites con el concejo de Soto del Barco. Esta expansión suponía el control sobre gran parte del subsuelo municipal en unos momentos en los que la empresa se veía acuciada por obtener producción de carbón", indicó Iván Muñiz.

A esta iniciativa le siguió pocos meses después otro intento firmado por Juan Sitges. "En noviembre se solicitó el registro de la mina de hulla '2ª San Pedro', que trataba de dilatar el dominio hacia los límites occidentales del concejo, en términos de San Adriano, Naveces y Soto del Barco. El perímetro de este campo de explotación comenzaba esta vez en la torre de la iglesia de San Adriano", añadió el arqueólogo.

Estos proyectos no llegaron a fructificar. Pero la historia podría haber sido bien distinta. "Arnao es el enclave básico para entender la llegada de la Revolución Industrial europea. El último y desesperado proyecto de la mina San Pedro, de magnitudes faraónicas, podía haber transformado todo nuestro espacio para siempre. Castrillón hubiese sido, de manera prolongada, una tierra de minas", concluyó Iván Muñiz.