El director de escena y dramaturgo argentino Pablo Messiez (Buenos Aires, 1974) estrena esta noche (20.15 horas) en España el drama familiar "Todo el tiempo del mundo", una muesca más en la culata de los éxitos del teatro Palacio Valdés, de Avilés.
-¿Qué mecha encendió "Todo el tiempo del mundo"?
-Hace tiempo que quería hacer algo sobre el tiempo. El tiempo y el espacio son las herramientas con las que trabajamos en el teatro. Así que decidí que el tiempo fuera el tema de la función: hice unos talleres en los que trabajamos el pasado, el presente y el futuro; tres meses cada vez. Y ahí descubrí mucho material expresivo para una puesta en escena. Apareció de repente, no sé por qué, quizá por azar, el recuerdo de mi abuelo y su madre, que no era su madre y esa potencia no podía dejarla de lado. Me refiero a eso de que por no decir "aquí está mi madre", no tenías madre. Era, pues, volver al tema de siempre: las palabras construyen la realidad sólo al nombrarla. Hay algo que me llama la atención: si algo le pasa a alguien y uno lo olvida y no hay testigo de eso. ¿Ha existido ese algo que parece que había sucedido?
-Si no te dicen que estás, no estás.
-Claro, algo así. Tenemos la necesidad de ser más de uno: como estamos de acuerdo en esto, entonces esto existe. Esto es una entrevista, esto es un teatro... Me interesa mucho el ejercicio de nombrar las cosas, sabiendo de entrada que es imposible tocar las cosas.
-Ya había escrito una obra que se llamaba "Las palabras".
-En esa obra esta idea de nombrar las cosas era el tema central. Era como una obra de tesis, pecaba incluso de su voluntad didáctica. Esta, "Todo el tiempo del mundo", es un lío, se aleja de aquella en el modo en que se trabajan los materiales.
-Me estoy dando cuenta de que sus obras de teatro guardan entre sí mucha relación.
-Ahora que voy a publicar el libro con todas las obras y las he leído para editarlas veo que son todas la misma. Me había olvidado de que en "Los ojos" aparecía el personaje de Nené, mi abuela. Todas mis obras van de la necesidad de encontrarse con alguien para entender el mundo que nos rodea.
-¿Siempre pensó que el teatro era la herramienta ideal para extraer esas ideas?
-Nunca lo pensé de manera consciente. Ahora que me lo pregunta le diré que en la introducción del libro que voy a sacar en pocos días digo que mis obras están basadas en las novelas que nunca escribiré. Lo que me interesa del teatro es esto: el encuentro entre dos personas. Con un mínimo de dos se hace teatro: alguien que mira y alguien que muestra, Eso es fundamental.
