El Gobierno de España aprobó en diciembre de 2010, en plena crisis, un cambio del modelo de financiación de las Cámaras de Comercio, sin previo aviso y con un periodo de adaptación que se prolongaría hasta 2012. Ese nuevo escenario implicó el fin del anterior modelo impositivo obligatorio y el paso a otro de pago por servicios con contribuciones voluntarias de las empresas, manteniendo a las Cámaras como corporaciones de Derecho Público obligadas a prestar atención a todas las empresas de su demarcación. No todas lograron sobrevivir al varapalo económico y otras están aún temblando, caso de las de Jaén, Orihuela, Melilla o Menorca, por citar algunas. La de Avilés, pese a haber visto mermado a la mitad su presupuesto anual (pasó de gestionar 1,5 millones a apenas 0,7 millones), asegura haber logrado mantener la actividad e incluso incrementado nuevos servicios, además de haber ampliado su oferta ferial. Los responsables de la institución insisten en que su nuevo estatus no es el más adecuado para la labor que desempeñan las cámaras, pero al menos tienen la satisfacción de mantener la nave a flote.

"La reforma que impuso el Gobierno supuso un duro golpe para las Cámaras españolas; las obligó a realizar ajustes de los que algunas no han podido salir y otras han quedado seriamente debilitadas, con la consiguiente pérdida para los empresarios de sus respectivas demarcaciones, que han visto cómo unas entidades centenarias e impulsoras de la economía y sus intereses les dejaban prácticamente huérfanos", lamenta un portavoz de la Cámara de Avilés.

La Cámara avilesina no fue ajena a los ajustes generalizados derivados de la nueva ordenación del sector. Pasó de trece trabajadores a los nueve que tiene en la actualidad, aunque según destaca el presidente, Francisco Menéndez, "continuó atendiendo a un censo de más de 12.000 empresas". Y esto en un contexto que la obligó a rebajar su presupuesto de casi 1,5 millones de euros -ese fue, por ejemplo, el que aprobó en 2010- a 700.000 euros, que es la cifra actual con la que sobrevive.

Desde la Cámara de Avilés destacan que la institución no ha dejado de prestar ningún servicio ni ha dejado de atender a ninguna de las empresas de su área de influencia pese a los recortes. "Podemos decir con orgullo que más de 600 empresas están adheridas a la Cámara de Comercio. Un dato que nos satisface y nos indica que, a pesar de que nos queda mucho por hacer, estamos en el buen camino", remarca el portavoz de la entidad.

Lejos de trasladar los recortes presupuestarios a su cartera de servicios, la Cámara de Avilés ha incrementado su actividad ferial y congresual en estos años; así mismo, ha incorporado a los servicios habituales que presta -como los jurídicos, los de comercio exterior, los referidos a la creación de empresas...- los de gestión de marcas, marketing y el tecnológico. La Cámara asiste así a más de 800 personas cada año, además de cerca de mil alumnos que se benefician de su oferta formativa.

La labor cameral va más allá de la prestación de servicios, ya que se extiende a otras entidades donde la Cámara representa los intereses de los empresarios, como es el caso de la Autoridad Portuaria de Avilés o Nueva Rula de Avilés, entre otras casi treinta entidades.