A. P. GIÓN

El accidente laboral registrado en un edificio de viviendas en construcción de La Magdalena en 2010, en el que un encofrador perdió un dedo y sufrió daños en otros dos, se produjo porque la máquina en la que estaba trabajando (una tronzadora de mesa) no tenía activado el dispositivo de protección. El accidentado, oficial de segunda y que falleció antes de la celebración del juicio por causas ajenas al caso, no bajó el protector antes de disponerse a cortar una tabla y el disco de la máquina le alcanzó varios dedos. Así trascendió en el juicio celebrado ayer en el Juzgado de lo Penal número 2 de Avilés, en el que se intentó dirimir la responsabilidad del accidente.

Los cinco imputados, todos ellos vinculados a la empresa constructora, eludieron tener responsabilidad alguna. Sus letrados, de hecho, subrayaron que la instrucción del caso fue "penosa", incidieron en que el accidente laboral se produjo por la "conducta imprudente del herido" y ahondaron en que no existen pruebas para determinar la responsabilidad de ninguno de los imputados. Es más, reprocharon que en el banquillo de los acusados no se sentaran el promotor o directivos de la obra.

La vista se prolongó durante cinco horas y ninguno de los acusados ni de los testigos que prestaron declaración fueron capaces de aclarar por qué el dispositivo de protección de la tronzadora estaba inoperativo (para activarlo tan solo es necesario bajar una especie de capuchón de plástico).

La Fiscalía mantuvo su petición de dos años de cárcel para cada uno de los cinco imputados, misma pena que solicitó finalmente la acusación particular (pedía inicialmente tres), por un delito contra los derechos de los trabajadores y otro de lesiones imprudentes. Los abogados defensores solicitaron la libre absolución de sus clientes.

El accidente se registró a las cinco de la tarde del 16 de septiembre de 2016 cuando el trabajador, que según trascendió en el juicio llevaba quince días en la empresa pero tenía experiencia como encofrador, estaba utilizando una tronzadora de mesa para cortar una tabla de unos 50 centímetros de longitud, 10 de ancho y tres de grosor en la que debía dejar una cuña de forma triangular para rematar con ella el encofrado del forjado del primer sótano del edificio. En el instante en que estaba apurando el corte de la tabla, su mano derecha entró en contacto con el disco de la máquina, que le alcanzó los dedos corazón, índice y pulgar, causándole la amputación del tercer dedo y fracturas y heridas en otros dos, lesiones por las que fue declarado incapaz total para el ejercicio de su profesión.

Equipo de trabajo

Los informes de las autoridades de Prevención concluyeron que el accidente se produjo porque el equipo de trabajo no disponía de protecciones colectivas, puesto que el protector del disco de la sierra no funcionó al estar alterado cuando se realizó el corte y porque el trabajador carecía del empujador necesario para cortar piezas de pequeñas dimensiones. La práctica totalidad de los acusados y testigos explicaron que la máquina en cuestión se utiliza en todas las obras y no se requiere formación específica para manipularla. "Es como un balón para un futbolista o una toga para un abogado", puso como ejemplo uno de los procesados.

Las acusaciones insistieron en que se infringieron las normas de prevención y protección, poniendo en riesgo la salud del trabajador, mientras que las acusaciones pusieron en tela de juicio hasta la calificación de los hechos ("No estamos ante la pérdida de un miembro principal, sino de uno accesorio, como es un dedo", puntualizaron). Los procesados son los siguientes trabajadores de la empresa: un director técnico, un técnico de prevención, el jefe de equipo y el de obra y en el encargado de la distribución de material. El caso quedó visto para sentencia.