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Nuestras aulas | Análisis de los centros educativos de la comarca

Sabugo acaricia cien años de educación

El colegio encara su centenario con la recopilación de la historia del edificio, que ha formado a tres generaciones

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Reportaje colegio Sabugo

El colegio público Sabugo se prepara para celebrar el centenario de su nacimiento. Durante los próximos meses, el equipo directivo del centro de la calle González Abarca trabajará en recopilar información de la historia del edificio, construido por el arquitecto municipal Antonio Alonso. Hasta el momento, cuenta con algunas copias de actas que recogen cómo en noviembre de 1918 se daba por liquidada la edificación y el 4 de abril del año siguiente se instaba a su apertura. "Las niñas comenzaron a llegar a las aulas entre los meses de mayo y agosto de 1919", señala Marisa Vigo, directora del colegio y antigua alumna entre los seis y diez año, cuando aún no era mixto.

"Los niños estaban por un lado y las niñas por otro. El edificio se dividía con un muro y no había contacto entre ambos", añade la docente, para destacar el nombre que recibía la institución educativa: Escuelas del Campo Nación; si bien también se llamaron Escuelas de primer y segundo distrito. Uno de los primeros maestros en incorporarse al centro fue Marcelo Gago, docente innovador y pionero en la enseñanza de la Educación Física en la escuela pública.

En casi un siglo de existencia, el colegio de Sabugo ha vivido momentos de incertidumbre. Tuvo dos conatos de cierre, relata Carmen Bellido, la profesora más veterana, que se incorporó a las filas docentes en 1986. "En los años setenta se cerró durante un tiempo y los alumnos fueron desplazados al Marcelo Gago. En los ochenta, por su parte, se barajó también el cierre. Con la construcción del colegio Quirinal se habló del traslado de los niños y la clausura de éste; aunque al final no ocurrió tal cosa", señala para también referirse a un encierro que celebraron los profesores en 1985 al ver peligrar la vida educativa del vetusto caserón.

Frente a aquellos años de incertidumbre, los últimos treinta han sido de constante evolución y consolidación, siempre con una gran limitación: el reducido espacio. "Somos un colegio físicamente muy pequeño. Todos los huecos están ocupados, aprovechamos hasta el último centímetro. Por ejemplo, cuando hay Educación Física, el aula que dejan los alumnos es ocupada por otro grupo. Lo compartimos todo", comenta Esperanza Medina, jefa de estudios. Lejos de interpretar esta falta de intimidad como un inconveniente, el equipo docente lo ve como una ventaja en tanto que la "relación es muy cercana". "El colegio es muy familiar, con un alumnado muy majo", destaca Medina.

Pero a pesar de haber hecho de la necesidad una virtud, el equipo directivo ha planteado a las autoridades educativas la posibilidad de aumentar la volumetría del inmueble. "Al tratarse de un edificio histórico se requiere estudiar la ampliación", indica la jefe de estudios. Crecer tanto en el sentido físico como educativo es el reto que aspira alcanzar Sabugo con motivo de la cercana celebración del centenario. "El colegio no deja de plantear proyectos, entre ellos instalar un suelo de caucho en la parte delantera", dice Marisa Vigo. Y, puestos a soñar, la directora desearía que la enseñanza "no tenga tantos recortes". "Para atender a cada alumno como se merece vendría bien más personal", afirma. Actualmente, cuenta con una plantilla integrada por quince profesores, dos compartidos con otros centros y uno a media jornada. El número de alumnos alcanza los doscientos.

La asociación de madres y padres de alumnos (Ampa) es otro de los pilares del colegio. Integrada por gente joven, es muy activa y dispuesta a colaborar en la mejora del centro, recalca Marisa Vigo. "Pintaron los juegos del patio y presentan muchos proyectos", indica, con orgullo, la directora.

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