Prohíbe la colocación en el cementerio de La Espina de una placa al último Presidente de la República José Maldonado argumentando que "el cementerio no es un lugar para colocar una inscripción de carácter político". Dicho esto, y solo esto, pues sí, tiene razón el Arzobispado. Aunque desconfío del argumento porque en la fachada principal de la Iglesia de Luanco, a la derecha, hay una placa en honor de Jose Antonio Primo de Rivera. No se conoce humano que no sea defensor de la libertad y la democracia. También Maldonado y Primo de Ribera, y el propio Arzobispado. Ahora bien, el primero quería la democracia y libertad para católicos, protestantes, ortodoxos, musulmanes, budistas, agnósticos, ateos, etc. Los otros supongo que son más cercanos a lo que dijo el Papa Emérito "la libertad y dignidad solo están en la fe". Tres hechos que no conviene olvidar: uno, somos el segundo país del mundo en número de desaparecidos. Dos, somos el único país del mundo donde el dictador está enterrado con honor, y al lado sus víctimas amontonadas sin identificar. Y tres, en España, hoy, se enaltece el golpismo y la dictadura dando el nombre de sus personajes representativos a lugares públicos.