Víctor Pérez Herrero, segoviano, dejó la fábrica de turrón donde trabajaba para entrar con 19 años en el taller de Idesa "sin tener ni idea del oficio". Aprendió pronto y hoy maneja la máquina de curvado de chapa y hace pinitos como soldador. "Lo mejor es haber podido dedicarme a un curro con el que no contaba... y lo que aún me queda por aprender de aquí a que me jubile", explica.