Gilbert Garcin antes de ser fotógrafo se ganó la vida vendiendo lámparas en La Ciotat, que es un pueblo a un paso de Marsella, en el sur de Francia. Ahora, es un señor que anda ya por los noventa y que no está para viajar. Por eso, ayer no se encontraba en Avilés, en la inauguración de su exposición "La utopías". "Empezó muy tarde, cuando se jubiló, en 1993. Sin embargo, su obra es de una calidad indiscutible", reconoce José Ferrero, que es el comisario de la muestra que el Niemeyer dedica al artista francés y que estará colgada en el vestíbulo del auditorio del centro cultural hasta finales del próximo mes de junio.

Lo que Ferrero ha organizado es un resumen muy completo de una obra muy definida. "Cuenta con algo más de trescientas fotografías. Aquí tenemos 83", apunta Ferrero. "Garcin tiene claras influencias de surrealistas como Magritte, como Man Ray o de Chaplin", añade. Garcin presenta, en cada imagen compuesta, pequeños ensayos sobre "su propia manera de ver el mundo".

Se toma a sí mismo como modelo: "Dice que no egocentrismo, que es a quien tiene más a mano". Se convierte en objeto, en caricatura del hombre frente al mundo. Y así, en una imagen, se le ve tratando de controlar un plumero dentro de un bosque de ellos que están siendo azotados por el viento. "Sólo puede controlar uno", concluye Ferrero.

Garcin, a su edad, sólo puede ser un fotógrafo analógico. "Utiliza el Blanco y Negro porque así se encarga de todo: del revelado y del positivado. Lo hace todo en casa", explica Ferrero. Esta circunstancia le da una pátina avejentada a cada una de sus creaciones que remite a las vanguardias francesas de los primeros años veinte, al tiempo de Salvador Dalí o Harold Lloyd jugando con el tiempo o con los propios relojes. "Más que fotografías lo que hace son 'collages': compone cuadros con imágenes previas. Evidentemente, no utiliza programas informáticos. Todo a mano, tijera en mano", explica.

¿Cómo es posible que un anciano de una ciudad de provincias pudiera iniciar tan tarde su carrera como artista? "Porque nunca es tarde y porque lo que ofrece tiene calidad. Empezó después de mí mismo", apostilla Ferrero, que es el encargado por el Niemeyer de organizar todas las exposiciones de fotos del auditorio.

En la inauguración estuvieron presentes el viceconsejero de Cultura, Vicente Domínguez, y la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín. "La exposición tiende constantes puentes entre lo evidente y lo enigmático a través del contenido de imágenes cuyo significado debemos indagar, descubrir, y que nos invita a compartir e intercambiar reflexiones", apuntó la Regidora. El vendedor de lámparas de La Ciotat sabe cómo se maneja la luz en sus composiciones. Las sombras, los focos, los movimientos, los juegos de rayas... todo deslumbra. Garcin ahora está representado por su hijo Philippe. La salud del artista tardío le impide seguir adelante. Las fotos del vendedor de lámparas se abren paso tras la muestra de la antología del archivo del Ayuntamiento de Alcobendas. Si aquellas andaban cerca del fotoperiodismo, Garcin relame el universo y se ríe de él. Como si fuera el Principito.