Ángel López Artime fue un destacado miembro de la CNT de Candás. Trabajaba en Conservas Alfageme y defendía a los empleados, la mayoría mujeres. Convocaba huelgas para conseguir aumentos salariales y para equiparar el sueldo de las mujeres al de los hombres. Fue fusilado y condenado sin pruebas por el asesinato a Bernardo Alfageme, el propietario de la conservera, cerca del río Piles en Gijón. Todo fue a primeros de junio de 1938. Su cuerpo descansa en un lugar indeterminado del cementerio de Candás. Por esas mismas fechas, dos de sus hermanas, Plácida y Balbina, y su madre, Áurea, fallecieron tras ser torturadas, fusiladas y arrojadas por el acantilado del Cabo Peñas. Nadie sabe dónde descansan sus cuerpos.

El tataranieto de Áurea, Miguel García, de 36 años, las busca y el pasado fin de semana estuvo a pie de fosa en el cementerio de Bañugues. Allí, el equipo del forense Francisco Etxebarria, Aranzadi, y la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) exhumaron restos de una mujer de "Les candases", como así conocen a las asesinadas en el cabo gozoniego el 2 de junio de 1938. En principio, buscaban tres cuerpos.

Miguel García quiere hallar los restos de sus familiares "por dignidad". A falta de las pruebas de ADN, se sospecha que los restos hallados en Bañugues pueden ser de Rosaura Muñiz, otra de las asesinadas esa mañana de finales de primavera. "Si se hace un entierro a Rosaura me vale como homenaje", afirma, aún sabiendo que continuará con su búsqueda para "honrar la memoria" de sus familiares. Ahora está dispuesto a seguir la investigación en la fosa de Viodo, donde también fueron inhumados cuerpos de represaliados, más concretamente dos encontrados en el entorno de los pedreros de Peñas el 4 julio de 1938, un mes después de la matanza de "Les Candases".

"Hay que recordar estas historias y cerrar heridas", señala García. Asturias estaba ya en manos de los "nacionales", corría el otoño de 1937. Remedios Muñiz, bisabuela de Miguel, se exilió a Francia previo paso por el frente del Ebro con tres hijos menores. Ángel López se quedó en Carrreño, estaba en busca y captura. El 10 de mayo de 1938, el jefe de columna de Levante y el Negociado del Ayuntamiento de Carreño publicaron una lista con los más significados con el Frente Popular. Y comenzó la cacería. Torturaron y mataron a Anselmo Álvarez, cenetista y pescador, también a Pío Solís, comunista, entre otros. También a "Les Candases". Detuvieron a ocho mujeres, entre ellas, Áurea, Plácida y Balbina. Fue entonces cuando los falangistas intentaron "chantajear" a Ángel. "Le dijeron que o se entregaba o las mataban -en referencia a su madre y hermanas-", señala García. Decidió entregarse, le tendieron una trampa y lo capturaron en Piedeloro, donde estaba refugiado. "Lo llevaron al actual Ayuntamiento, a la Brigada de investigación y vigilancia y después lo fusilaron en el cementerio", detalla su bisnieto. Esos hechos ocurrieron el 3 de junio de 1938. Un día antes de que su madre Áurea y sus hermanas Plácida y Balbina fueron también fusiladas y arrojadas por el cabo Peñas. Hay voces que hablan sobre violaciones hacia esas mujeres previas a su muerte.

Mientras todos hechos sucedían, Victoriano López, abuelo de Miguel García, estaba en el frente del Ebro en la denominada "Quinta del Biberón". Ahora, el joven de 36 años que ha analizado el archivo de Candás para buscar información sobre sus familiares está dispuesto a ir a por todas con tal de encontrar los restos de su tatarabuela y sus tías abuelas. Tras comprobar que en Bañugues, aparentemente, no se halló ninguno de sus cuerpos, probará suerte en el cementerio de Viodo, en las proximidades del cabo Peñas, donde según los estudios realizados por la ARMH se hallan dos cuerpos de dos mujeres de unos treinta años, edad que coincide con las de Plácida y Balbina López, pero esa cuestión requiere tiempo en archivos y trabajo de campo con testimonios orales. "No hubo juicios que justificaran la muerte de Ángel López y nada justifica el crimen de Áurea, Plácida y Balbina, la guerra ya se había terminado", afirma Miguel García, que quiere que se recuerde a sus familiares y a los luchadores por la libertad con una placa. "Ángel era sindicalista, ni era militar ni miliciano", concluye.