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Los socorristas piden "no bajar la guardia" en piscinas con niños

Las instalaciones acuáticas que no cuenten con salvamento deben advertirlo, según el reglamento del Principado

La piscina de La Bouza donde falleció el niño Izan Álvarez. M. VILLAMUZA

Chapotear y jugar en la piscina es uno de los mayores atractivos del verano para los niños. No obstante, la diversión en estas instalaciones puede acarrear peligros que todos los adultos deben tener en cuenta para evitar lesiones y consecuencias graves entre los más pequeños. Hay que tener en cuenta que de los 283 fallecidos por ahogamiento en lo que va de año, quince eran menores de edad, como Izan Álvarez Pérez, que pereció el martes en la granja-escuela La Bouza de Riberas de Pravia, a la edad de cinco años.

Para evitar pérdidas tan dolorosas como la ocurrida en el concejo de Soto del Barco es aconsejable que quienes acompañan a los menores "no bajen en ningún momento la guardia" durante el tiempo de estancia en dichos recintos, apunta Adrián Aranda Ariza, socorrista de la piscina municipal de La Callezuela, en Illas. También indica que los padres deben bañarse siempre con los más pequeños y no perderlos de vista. "El socorrista está para vigilar y actuar, no para cuidar a los niños: eso es tarea de padres, profesores o monitores", apunta.

Con el objetivo de prevenir accidentes que trunquen una jornada de asueto veraniega, Ariza apunta la conveniencia de no correr por el pavimento que rodea las piscinas, ya que es fácil patinar y caer al agua. Asimismo, este socorrista con experiencia en piscinas y playas aconseja no tirarse de cabeza. De hecho, dice, son muchas las piscinas en las que no está permitido, una de ellas en la que actualmente desempeña labores de socorrismo y primeros auxilios.

Igualmente, hace referencia a los empujones, que pueden propiciar caídas. "Los críos están en su salsa, se tiran unos encima de otros y con una caída se pueden mancar; deben tener cuidado a la hora de jugar", añade. Con el fin de disfrutar de una estancia segura propone a los padres que marquen unas normas de actuación a los niños y se las recuerden cada día antes de acudir a la piscina.

El dinamismo y la actividad propia de la infancia obliga a los adultos, recalca este profesional, a estrechar la vigilancia en dichos recintos acuáticos. "Hay que estar siempre con la vista puesta encima de ellos porque los pierdes un minuto y la lían; son niños", dice, al tiempo que pide a los progenitores que respeten y sigan las indicaciones del socorrista con respecto a los menores. "Por ejemplo, si un niño sabe nadar, el padre tiene que decidir si está preparado para meterse en la piscina grande, pero el socorrista puede recomendarle cuál es el lugar más adecuado", comenta.

Como medida de seguridad, el joven socorrista propone el uso de manguitos o chaleco flotador adaptado siempre al tamaño del niño y correctamente colocado. "No son infalibles, pero en el caso de los más pequeños es bueno que lo lleven para que no se hundan y también para darles seguridad. Para los un poco más mayores nunca está de más el churro o la tabla", destaca. Por contra, las pelotas y balones no son admitidos en muchas estancias "porque pueden molestar al resto de los usuarios de la piscina", comenta Adrián Aranda, que sugiere a las familias envíen "cuanto antes" a los pequeños a un cursillo para aprender a nadar y así evitar muchos sucesos indeseados en las piscinas. "Es básico desde temprana edad para aprender a flotar, muchos de los ahogamientos se producen al ponerse nerviosos, no saben mantener la calma", indica.

En este sentido, hace referencia a la escasa información que existe entre la población sobre cómo comportarse en las playas y piscinas. "No estaría de más y no sería una pérdida de tiempo que se enseñara en el colegio. Si a un niño le repites qué tiene que hacer un par de veces, le queda", concluye el socorrista, que lamenta el fallecimiento por ahogamiento de Izan Álvarez Pérez mientras disfrutaba de un martes veraniego en la granja-escuela La Bouza.

Este suceso que ha conmovido a los vecinos de la comarca está siendo investigado por la Guardia Civil, que, entre otros aspectos, analizará las condiciones de la instalación acuática, que está sometida, dado su uso público, a un reglamento. De hecho, en Asturias, estos espacios están regulados por el decreto 140/2009 que, entre otros aspectos, establece las normas sanitarias de las piscinas de uso colectivo, tanto las de titularidad pública como aquellas privadas que no sean de uso particular, caso de la del palacio de La Bouza.

Igualmente, contempla el proceso a seguir para la obtención de la licencia municipal de la obra, los informes sanitarios preceptivos, las características generales de los vasos y el capítulo cuarto centra la atención en el servicio de salvamento. En este punto, el artículo 18 señala que las piscinas de uso colectivo deben disponer de este servicio durante todo el tiempo de funcionamiento de acuerdo con el aforo máximo, el número y visibilidad de los vasos y las actividades que se realicen para garantizar la seguridad de los usuarios.

Esta obligatoriedad de contar con socorrista contempla excepciones. El punto primero del artículo 19 indica que "las piscinas de uso colectivo que tengan uno o varios vasos, con un aforo máximo de 100 personas, cuya profundidad máxima sea inferior o igual a 1,6 metros y siempre que los vasos estén vallados o aislados de forma que impidan las caídas accidentales o accesos involuntarios, quedarán exceptuadas de la obligatoriedad de tener socorrista". El mismo artículo señala que las instalaciones que carezcan de la figura del socorrista deberán advertirlo a los usuarios mediante un cartel situado en un lugar visible que indique la ausencia del servicio.

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