Máximo Aláez Corral (Avilés, 1970) pasa por ser uno de los asturianos más documentados -y críticos- sobre el tratamiento del cuerpo de la mujer en la historia del arte y con motivo de la exposición retrospectiva abierta en el Centro Niemeyer sobre el trabajo de la artista irlandesa Amanda Coogan ha sido invitado a hablar de ese asunto, entre otros, en el centro cultural de la ría. Su conferencia está anunciada para las ocho de esta tarde.
- Ya que Amanda Coogan es la mujer que indirectamente motiva su presencia en Avilés, ¿qué opina de su obra?
-Ya tiene demasiada proyección como para decir de ella que es una artista emergente. No obstante, se mueve en un terreno difícil del arte (la performance) y procede de un pequeño país (Irlanda), cuestiones que hacen de ella una mujer aún bastante desconocida en España. Por lo que sé, es una artista que, al igual que su mentora, Marina Abramovic, trabaja con una filosofía muy bien fundamentada y con una mecánica rigurosa que le permiten contar muchas cosas en sus intervenciones, como la que protagonizó el domingo en la cúpula del Niemeyer.
- ¿Nada es casual en una performance?
-Por supuesto que todo lo que ocurre durante el tiempo que Coogan está delante del espectador está meticulosamente estudiado, lo único imprevisible son las diferentes interpretaciones que puede hacer cada espectador.
- No falta quien critique la inclusión de artistas como Coogan en la programación del Niemeyer. ¿Merece la pena esa apuesta de riesgo?
-El Niemeyer es, por sus características, un espacio perfecto para este tipo de oferta artística. Yo quisiera, incluso, que fuera más amplia. Hay que ver de ir acabando con la cerrazón a las propuestas de vanguardia.
- ¿Por qué convirtió la imagen de la mujer en el arte en su objeto de estudio?
-En parte por deformación-soy artista- y en gran medida por el impacto que tuvo en mí cursar el máster de Género y Diversidad de la Universidad d Oviedo. En un momento dado sentí el deseo de ahondar en el tema y descubrí a artistas que revolucionaron el tratamiento de la imagen del cuerpo femenino. Mañana (por hoy) hablaré de ellas.
- ¿Cuándo se rompe el monopolio falocrático del tratamiento de la imagen femenina?
-Hace nada, en los años sesenta y setenta del pasado siglo. Fue fundamental la irrupción de la fotoperformance para acelerar ese cambio, pues en el campo de la pintura va más lento.
- Por norma, ¿una mujer plasma mejor la imagen femenina que un hombre?
-¡Vaya pregunta! No me atrevo a decir que sí categóricamente, pero sí que es muy difícil para los hombres abrirse a nuevos modos de interpretación artística sin hablar de su propio cuerpo a través del de ellas, hombres capaces de descontaminar de clichés su visión de lo femenino.
