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Salinas riega de amistad el Sahara

El colegio Manuel Álvarez Iglesias envía cartas y alimentos a niños del territorio africano y enseña sus costumbres

"Cuando vienen a nuestra tierra/ les esperamos/ bajo un alivio de sol/ al borde del camino". Estos versos del poeta saharaui Limam Boicha, expuestos en la entrada del colegio público Manuel Álvarez Iglesias de Salinas sobre unas coloridas cajas de cartón, son el lema del proyecto solidario del centro, que acaba de empezar su campaña de recogida de alimentos de este curso y que enviarán en unas semanas al colegio Logroño, en El Aaiún, centro saharaui con el que está hermanado. La actividad forma parte de un proyecto de solidaridad que hermana a siete centros avilesinos con otros tantos del territorio africano. "Para nosotros es muy importante que aprendan los privilegios que poseen. Se sorprenden mucho cuando les decimos que niños de su misma edad no tienen nada que comer y se vuelcan para ayudarles", asegura la directora, Luz María Prieto.

El ambiente familiar del colegio -con 320 alumnos matriculados y 32 profesores a su cargo?, permite, según los docentes, incorporar fácilmente nuevas actividades a la metodología general del curso. Ayer, después del recreo de mediodía, los dos grupos de tercero de Primaria aplazaron su clase ordinaria y bajaron al salón de actos para presenciar la tradicional ceremonia del té, organizada por la Asociación Asturiana de Solidaridad con el Pueblo Saharui. Antes de la degustación, varios alumnos se ofrecieron encantados a vestirse las túnicas típicas de la zona: coloridas mehlfas para ellas y darras -blancas o negras- para ellos. El coordinador de este colectivo en Avilés, Nacho García, explicó la campaña general del centro ante los campos de refugiados del pueblo del Sahara. "Intentamos explicarles el conflicto sin entrar en el tema político. Ya tendrán tiempo de indignarse, si quieren. Lo que nosotros buscamos, junto a los profesores, es que los críos vean que su estilo de vida no se repite en muchos otros sitios y que empaticen", dice. "Para los niños saharauis una cosa tan simple como recibir una carta significa un mundo. Además de agua y comida, también necesitan saber que no han sido olvidados", sentencia.

Los alumnos del centro, apoyados por sus familias, están en plena campaña de recogida de alimentos, que la asociación espera enviar antes de navidad. Hasta entonces, y desde hace cuatro años, los niños asisten a breves sesiones informativas sobre la cultura del Sahara y la complicada situación actual de sus poblaciones. "Les enseñamos la cultura de los saharauis, sus vestidos, cómo beben té, por qué ellos no nos pueden enviar regalos y nosotros a ellos sí? Los niños aprenden y, de paso, comprenden la situación muchos niños de su misma edad", apunta.

Uno de los primeros proyectos del centro desde su hermanamiento con el colegio saharaui, hace unos cuatro años, fue la compra de un depósito de agua. "Nos dijeron que necesitaban un depósito y los niños se pusieron a hacer pulseras para venderlas a todo el mundo. Al final, los que verdaderamente tiraron del carro, económicamente hablando, fueron los padres. Pero los alumnos están muy orgullosos de poder colaborar. Se cartean entre ellos con frecuencia y aprenden por su cuenta su historia", sentencia la directora.

Para comprender lo que pasa más allá de las paredes del centro también se necesitan libros. Todos los meses, los alumnos menos interesados en el balón y el salto a la cuerda ayudan a los profesores a sacar al patio carros llenos de ejemplares de la biblioteca, que cuenta con alrededor de 6.000 libros. "Creemos que es una buena cifra teniendo en cuenta el número de alumno. Estamos muy contentos con el catálogo", reconoce la profesora y responsable de la biblioteca, Leticia Secall. Asegura, también, que el colegio realiza actividades semanales de fomentación de la lectura. "Tenemos la suerte de poder colaborar con la biblioteca pública de la ciudad. Ellos realizan actividades todos los viernes, así que siempre que podemos llevamos a los niños, para que se saquen su carnet de socio y puedan leer también libros de allí", resume la responsable.

Con esta base cultural, el Manuel Álvarez Iglesias imparte cursos y talleres sobre igualdad de género, solidaridad, valores éticos y civismo vial. "Es muy triste ver que ya en edades tan pequeñas empiezan a notarse los roles de género. Les explicamos que eso no tiene por qué ser así", explica Secall. "Enseñamos lo mismo que en cualquier cole, pero nuestra apuesta radica en que la educación también pasa por aprender a ser solidarios y buenas personas", sentencia.

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