El armazón del gigantesco telescopio que desentrañará los secretos de la Vía Láctea es la reválida que les faltaba a los trabajadores de la empresa avilesina Asturfeito, curtidos en trabajos anteriores de la máxima exigencia, de los que no toleran fallos, como soportes para las radioantenas del mayor observatorio astronómicos del mundo o el criostato para el reactor de fusión nuclear que se monta en la ciudad japonesa de Naka. Para el proyecto entre manos, medio centenar de profesionales de diferentes disciplinas trabajan sincronizados como en un ballet.
La aportación asturiana para superar un nuevo desafío tecnológico