"Un gran tipo. Extraordinario. Una de las mejores personas que hemos conocido en la vida. El mejor profesor. Un referente". A Francisco Rato se le agotaban ayer los piropos para describir a Ceferino Fernández, párroco de Illas, que recibió la visita de 41 exalumnos que estudiaron en el Instituto de Noreña hace más de medio siglo, cuando el sacerdote todavía trabajaba como profesor de Religión. Muchos no se habían visto desde entonces.

El homenajeado, que apareció justo a tiempo para posar junto al alcalde de Illas, Alberto Tirador, y sus antiguos pupilos, reconoció que suele acudir "con recelo" a este tipo de actos. "Es un poco raro siempre. Le estoy muy agradecido a Dios por haber hecho tantos amigos, pero no sé hasta qué punto merezco yo tantas cosas", explicó, señalando con el bastón al grupo. Le llevó un par de minutos encontrar algún motivo de orgullo. "Lo que sí reconozco es que toda mi vida trabajé escapando de estrategias políticas. Siempre intenté hacer bien las cosas. Pero creo que mis alumnos me recuerdan, sobre todo, porque siempre fui muy espontáneo. Creo que me quieren por eso", apuntó. Los exalumnos elaboraron un emotivo discurso para resumir las clases de "Don Ceferino". "Nos marcaste a todos por tu cercanía, por los valores que trasmitías. Tu verbo favorito era 'compartir'", leyeron. Al terminar, le entregaron una placa conmemorativa y se fueron de comida.

Tirador ya empieza a estar acostumbrado a que su párroco le rindan homenaje. "Dice mucho de Ceferino que cada dos por tres tengamos por aquí algún acto en su honor. Es un tipo que deja huella allá por donde pasa. Lo que me dicen sus antiguos alumnos siempre es que era un profesor respetuoso y nada dogmatizante. Esa humildad suya es lo que le hace tan grande", apuntó. Fernández, por su parte, seguirá dando misas "mientras la salud aguante". "No quiero dejar la paz que me trae Illas, pero tampoco pienso enfermar y morir aquí", explicó.