"Me fastidió la vida". Así finalizó ayer su declaración el juzgado por presunto acoso y agresión sexual a una empleada de un centro comercial de Avilés. El entonces jefe de la denunciante, que fue despedido tras un procedimiento interno abierto en su empresa, rechazó todas las acusaciones. "Nunca la traté mal, los whatsapps que nos mandábamos eran bromas sobre fútbol, yo soy del Barcelona y ella del Atlético de Madrid", apuntó. La abogada de la denunciante, Ana María González, le recriminó que, en su momento, cuando la empresa hizo un expediente interno que derivó en su despido, "reconociera los hechos".

La denunciante señaló que la relación con el supuesto acosador era normal, "al principio". Pasado el tiempo, en el verano de 2014, observó que "la familiaridad" de su jefe hacia ella era diferente al del resto de sus compañeras. "Me llegó a decir que me echaba de menos, que me quedaba bien el uniforme, que pensaba en mí. Quería quedarse a solas conmigo y me dijo en más de una ocasión que si iba con él a su piso de Salinas", indicó ante el juez, mientras el acusado estaba protegido por un biombo. "Una vez venía del baño y me dijo que estaba cachondo, me enseñó la mano y se había hecho una paja, había restos de semen", añadió.

La denunciante también relató que, en una ocasión, estaba reponiendo leche cuando el denunciado la abrazó por detrás, la cogió por las muñecas y le metió su lengua en la boca además de tocarle un pecho. Y aseguró que se rompió un botón de su pantalón. "Luego cogí mi neceser y me fui para casa, no pasé ni por el vestuario, luego me quedé de baja y no se lo comenté a nadie", dijo. La versión del acusado es diferente. Comentó que la denunciante se sentía mal y él le fue a echarle una mano: "Le pregunté que qué le pasaba, y que si se encontraba mal que se fuera para casa, le di un beso en la mejilla, nunca en la boca".

Tras las declaraciones de ambos, llegaron las pruebas a los testigos. La mayoría era personal del centro comercial. Muchos destacaron el carácter bromista de él y la buena relación con los empleados e indicaron a su vez que, a la denunciante, le gustaba hacer bromas con contenido sexual. "Se seguían las bromas entre los dos", indicó una testigo. Otros dijeron que no vieron acoso ni ningún trato especial del jefe a su subordinada, pero no pudieron precisar si eso se producía en los momentos en los que estaban solos.

La Fiscalía solicita por el delito de acoso sexual una multa de 5.040 euros y tres años de prisión por el de agresión sexual además de una orden de alejamiento de 500 metros por cinco años, una indemnización de otros 5.000 euros. El juicio continúa el lunes con las pruebas periciales y las conclusiones.