Mi nombre es M.ª Dolores Jove Rodríguez y tengo 60 años. Desde hace cuatro y como consecuencia de un accidente (caída involuntaria por una escalera en un hotel de Benidorm) he padecido toda clase de situaciones indeseadas; una operación de cervicales para implantarme dos prótesis, infinidad de pruebas y consultas médicas para ir tratando de resolver, poco a poco, todos los problemas que me han sobrevenido desde entonces. Todo ello lo he subvencionado con mis propios recursos, habida cuenta de la situación por la que atraviesa desde hace demasiado tiempo la sanidad pública (me refiero a las demoras de atención a los pacientes).

La cuestión es que el pasado día 18 de marzo me he visto en la necesidad de acudir al servicio de urgencias del Hospital de Cabueñes (a cuya área sanitaria pertenezco por residir en Villaviciosa), a causa de una fuerte crisis de pérdida de equilibrio. Crisis que me afectó con tanta intensidad que pasé más de mediodía sin poder incorporarme sin desplomarme. La recomendación que hace el servicio de urgencias es que me vea un neurólogo, y aquí comienza mi desesperanza. La cita con el mencionado especialista me la dan para el 21 de abril (a pesar de ser solicitada como preferente), un mes y tres días después, a pesar del mi estado.

Llegado el día, la neuróloga doctora Carmen González solicita al servicio de otorrinolaringología del centro una prueba determinante para descartar o confirmar que la causa la produce el aparato auditivo y aquí comienza realmente mi calvario. Me citan en coordinación para el 5 de mayo para hacerme la prueba, y el día 2 me llaman anulándome la cita porque ha habido un error. De nada me valió insistir con el coordinador de la necesidad de que me realizasen la prueba (mi estado al día de hoy es muy parecido al del día 18 de marzo), lo que me obliga a acudir al Servicio de Atención al Paciente para tratar de que, desde ese servicio, me ayudaran a resolver mi problema. Lo que amablemente me recomiendan es que cubra una hoja de reclamaciones y que espere 15 días a recibir contestación. No obstante, la amable señorita que me atiende me informa de que la máquina en donde tienen que hacerme la prueba lleva averiada dos meses.

No me doy por vencida, y acudo nuevamente a coordinación y allí también me manifiestan que, efectivamente, la famosa máquina lleva averiada algunos meses.

Señor consejero, me pregunto ¿cómo es posible semejante situación? ¿Está tan mal nuestra sanidad en Asturias que no dispone de dinero ni para reparar una máquina necesaria aunque solamente sea para un paciente? ¿De qué nos vale el famoso céntimo sanitario? ¿Cómo es posible que el director de Cabueñes, no sea capaz de gestionar la solución de este asunto?

No me ha quedado más remedio que denunciar públicamente este hecho, habida cuenta de que parece ser que todo el mundo lo sabe, pero nadie lo resuelve. Espero su rápida respuesta ante la situación, porque lo menos que nuestra sanidad puede ofrecernos a todos los ciudadanos contribuyentes es una atención equilibrada y justa cuando realmente la necesitamos.

María Dolores Jove Rodríguez

Villaviciosa