Unicamente con la intención de que la opinión pública en general, y los socios de la Peña Bolística Batán en particular, sepan lo que ha ocurrido realmente, he creído conveniente comentar los hechos desde mi punto de vista, que es compartido por la mayor parte de las personas que conocen realmente la bolera.

Comenzaré indicando que he sido socio de forma interrumpida de esta entidad desde hace más de veinte años y en este tiempo mi intención ha sido siempre la de velar por los intereses de la bolera y de sus socios, tomando partido en cada momento en aquellas acciones que me parecieron más justas y necesarias. Esta actitud, lejos de generarme alguna satisfacción, me ha traído un sinfín de preocupaciones y contratiempos personales.

En contra de lo que se ha dado a entender, actualmente no desempeño en la P. B. Batán ninguna labor como presidente de la Peña, sino que tan sólo fui llamado a dirigir una junta gestora que fue necesario crear, con la participación de varios socios de la P. B. Batán, con el único ánimo de sacar a la bolera de la calamitosa situación a la que fue llevada.

Creo que es de justicia poner las cosas en su correcto contexto. Me fui de la P. B. Batán el 22 de marzo de 1999 de forma completamente voluntaria, después de presentar mi dimisión por razones personales y dejando la bolera del Caudal en una de las mejores situaciones de su historia en todos los aspectos. Socialmente, con 263 socios, cifra más que respetable para una entidad como ésta. Deportivamente, con el equipo en Primera y con ocho jugadores respetados por su talento y por el hecho de pertenecer a la Peña Batán. Económicamente, la bolera contaba por aquel entonces con fondos superiores a un millón de las antiguas pesetas. Además, el aspecto de la bolera era la envidia sana de todos los que por aquel entonces amábamos este deporte. Testigos de todo esto fueron aquellos que como jugadores, directivos, socios o visitantes pasaron por las instalaciones municipales de la Bolera del Caudal. En aquel entonces torneos como el «Villa de Mieres» y el «Campeones de España (Luis Álvarez Villa)», eran buena prueba del prestigio creciente de la bolera y, por qué no decirlo, una buena fuente de ingresos para la Peña.

Once años después de mi etapa como responsable de la bolera, desgraciadamente para los bolos en Mieres, la situación es bien distinta. Socialmente, a 8 de abril de 2009, la Peña contaba tan sólo con diez socios. Deportivamente ya no era que no hubiera equipo, sino que la propia bolera no estaba ni federada, por lo que ni tan siquiera podría albergar partidas oficiales. Económicamente, a día de hoy, estamos pagando facturas debidas del año 2008. No había ni línea telefónica, ya que la compañía la había cortado por impago. Incluso se dejo de cobrar la cuota a los socios durante dos años por pura dejadez. La Peña en su conjunto se encontraba en la lista de morosos y estuvo condenada a embargo por impagos. En cuanto a las instalaciones, la única palabra que se me viene a la mente es «lamentable».

Tras la creación de la junta gestora se tuvo que acceder a las oficinas en compañía del jefe de la Policía Local y otros representantes municipales, la imagen fue, simplemente, dantesca. Latas de conservas abiertas, salpicaduras de bebidas por doquier, desconchones en las paredes, montañas de papeles sin gestionar por todas partes; en definitiva, un ambiente completamente indescriptible. En lo que se refiere a los servicios y vestuarios de los jugadores, mejor no voy a dar detalles por simple respeto a los lectores de estas líneas.

En cuanto al material deportivo y a las instalaciones, qué decir, completo abandono. Canaletas de retorno de bolas con varias roturas, dos juegos de bolos completamente deshechos, otro más regalado y un tercero vendido. Se llegó incluso a ofrecer la bolera a otra peña, sin contar para nada con la opinión de los socios.

¿Cómo nadie en su sano juicio puede, después de esto, tratar de culpar de la situación actual a alguien que fue residente once años atrás? ¿No será más bien que lo que se pretende es encender el ventilador para ver a cuántos se consigue ensuciar con basura y mentiras, tratando de pasar desapercibido. Créanme, para alguien que luchó por la bolera durante años para dejarla en su máximo esplendor hace once años ser testigo de los hechos que se han vivido es realmente muy triste y penoso.

En este contexto la junta gestora creyó conveniente hacer público un escrito calificando la situación de la bolera como «debacle», y parece ser que a algunos de los responsables de la bolera en estos últimos años no les gusto el calificativo. Sin embargo, no fue nunca intención de la junta molestar a nadie. Tras la explicación de los hechos vividos, dejo a cada persona que lea estas líneas que por ella misma califique la situación que nosotros nos encontramos.

La misión última de esta junta gestora es llevar con garantías a esta entidad a unas elecciones en un ambiente normalizado, para que sean los socios los que realmente decidan qué es mejor para la bolera de todos los mierenses. Esta junta no debe de estar haciendo mal las cosas, cuando en unas pocas semanas el número de socios está ya por encima de las 170 personas. Quizá la causa del problema era más evidente de lo que otros nos han querido vender, ¿no les parece?

Durante los últimos años se han vivido en esta bolera situaciones incomprensibles, situaciones que cualquier persona responsable de la bolera, con el ánimo de gestionarla correctamente, no hubiera permitido en modo alguno:

l Expulsión de socios e intentos de expulsión de los propios regentes del local social sin haberles dado oportunidad alguna de justificarse y sin la participación, como corresponde por la gravedad de la medida, de la asamblea de socios.

l Intentos deliberados de impedir la celebración de asambleas para dirimir los hechos comentados, pese a que un grupo de socios considerable lo estaba demandando. Finalmente, dicha asamblea sólo pudo tener lugar por orden judicial, cuando más de cuarenta socios lo pidieron con sus firmas. Hay que recordar aquí que los propios estatutos de la entidad obligan a una asamblea anual, que no tuvo lugar nunca en once años.

l Incumplimientos evidentes en las fechas para la convocatoria de elecciones a la presidencia, que deberían celebrarse cada cuatro años, según los estatutos. De nuevo un hecho democrático tan evidente no se realizó tampoco en once años.

l Manipulaciones de las conclusiones adoptadas en asamblea, para interpretarlas en los términos que más les interesaban, aun cuando éstos no eran los términos del acuerdo.

l Interesadas alteraciones del procedimiento sancionador de la entidad para impulsar intereses personales y nunca en beneficio de la sociedad. De esto se desprende que sólo se buscan cortinas de humo para culpar a terceros de la hecatombe económica y social creada, seguramente, por pura incapacidad.

l Evidente obstrucción de la labor de la junta electoral, que, ante notario, fue constituida en la última asamblea forzada por los socios. Hemos sido testigos de decisiones tan pueriles como negarse a entregar las listas de los elegibles y electores con derecho a voto a la junta electoral democráticamente elegida o intentos surrealistas de saltarse a la propia junta electoral con comunicados en el tablón de anuncios, solicitando candidatos a presidente, con la esperanza de que nadie se enterara y así autoproclamarse nuevo presidente electo por incomparecencia de otras candidaturas, como así sucedió.

l Extrañas maniobras de cobro de los abonos de socios, para finalmente no celebrar el día del socio ni devolver lo cobrado. Varios socios pueden dar fe de esto en primera persona.

l Tratar de confundir a la opinión pública y a los socios para desviar la atención acerca de los graves acontecimientos que tuvieron lugar. Llegando en ocasiones a afirmar la existencia de un proceso judicial pendiente de resolución, que realmente nunca llegó a existir.

Después de todo esto parece increíble, de nuevo, que alguien pretenda dar a entender que la postura particular de un solo socio, antiguo presidente, de querer aclarar una discrepancia entre partes haya sido la causa raíz que llevó a la Peña a la ruina económica y al desprestigio social en los últimos años. Es evidente que esto sólo se podría conseguir por quien llevó la manija de la Peña en los últimos tiempos, ¿no les parece? Tras todo esto, y con un mínimo de inteligencia, yo evitaría seguir provocando a nadie que fuera conocedor y poseedor de datos de primera mano acerca de los hechos acaecidos, pues esto podría conducir a la obligación de tirar de la manta y forzar a algunos a tener que dar explicaciones concretas ante otros foros. Créanme cuando les digo que la junta gestora actual está sufriendo fuertes y constantes presiones en este sentido por parte de muchos socios.

Por todo esto, creo que lo mejor es que dejemos todos las cosas como están y nos metamos el orgullo donde nos quepa, aunque no sea más que por el honor y porvenir de la P. B. Batán. Por esta razón, dejo dicho que no volveré, en calidad de responsable de la junta gestora, a contestar escrito alguno, y que si aparece algún nuevo comunicado incriminándome en hechos falsos, recurriré a los organismos competentes para salvaguardar mi honor, eso sí, «con la manta en la mano».

Si el trabajo desinteresado de esta junta permite, a corto plazo, que el nuevo presidente y sus colaboradores estén en condiciones de devolver a la bolera al estatus que nunca debió perder, y todos podemos volver a disfrutar de los bolos en Mieres sin lamentables espectáculos como los vividos, habrá valido la pena.

No quiero concluir sin una mirada de esperanza para el futuro cercano de esta Peña. El próximo mes de septiembre todos los socios serán informados pormenorizadamente de las acciones de esta junta gestora y será nombrada la junta electoral que dará paso a las elecciones a presidente.

Un fuerte saludo a todos los que habéis tenido la paciencia de leer este extenso comunicado y muy especialmente a los socios de la Peña Bolística Batán. Que nadie trate de confundiros, pedid pruebas y llegad a vuestras propias conclusiones.