Los ganaderos de la comarca del Caudal están en pie de guerra contra la Consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales. Los productores de la zona acusan al Principado de no haber cumplido con su plan de batidas para controlar la población del lobo en la zona. Una "nueva falta de compromiso", afirman, que se ha traducido en el peor balance de los últimos años: durante 2015, los ganaderos de la zona perdieron al menos 250 reses por ataques de cánidos.

"En 2014 ya habíamos batido un desafortunado récord con 225 cabezas muertas", afirmaron ayer los portavoces de la Asociación de Ganaderos Afectados por el Llobu (Agall). Matizan, a renglón seguido, que estos datos están elaborados a través de los testimonios de los asociados porque "hacerse con el balance oficial de la Consejería es imposible por mucho que lo intentemos". Afirman que la relación con los responsables del Gobierno regional está rota desde hace años y se ha agravado en los últimos ejercicios, "por el repunte en los ataques y la falta de control de los responsables del área a nivel regional".

Los productores reconocen que este año empezó bien. La Consejería de Desarrollo Rural incrementó la vigilancia en el monte Llosorio, una de las zonas más conflictivas en la comarca. La situación se volvió "insostenible" cuando el Principado colocó cámaras. Según los ganaderos, esa medida "estaba enfocada a perseguirnos y vigilarnos".

La versión de los responsables regionales fue completamente distinta. En plena polémica con los ganaderos, los portavoces de Desarrollo Rural afirmaron que la videovigilancia estaba únicamente orientada al control de la población de cánidos salvajes. Las cámaras, añadieron, ayudaban a localizar a los ejemplares para programar las actuaciones: batidas para mermar la población o espantar a los ejemplares para alejarlos de las ganaderías domésticas.

No dio un buen resultado, a juzgar por los datos de Agall. Según los productores, "este año se han perdido más cabezas de ganado que nunca y no estamos hablando únicamente de ovejas y cabras". La cría de animales de poco tamaño, añadieron, está "prácticamente extinguida" en el Caudal por el miedo a los ataques de lobo. Durante este año, ganaderos de toda la comarca denunciaron la pérdida de reses grandes, como vacas: "Esto implica que estamos ante una población de lobos ya asentada, ya que un lobo que ataque en solitario no puede hacer frente a una ganadería de gran tamaño", destacaron ayer desde Agall.

Los productores aclaran que su intención no es terminar con el lobo. Según dicen, "es un animal necesario para mantener la riqueza natural de nuestros montes". Sí piden que las indemnizaciones, cuando se producen los ataques, sean justas y que la Guardería del Principado confíe en la palabra de los ganaderos: "Hay trampas, como en todos los sectores, pero no pueden juzgar a todos por el mismo rasero", reconocen. Los responsables de Agall aseguran que la mayoría de daños no se reconocen y el pago de los daños se retrasa en exceso".