Bárzana (Quirós),

Roberto F. OSORIO

Corren buenos tiempos para los amantes de los animales en estado salvaje. Si el plan para rescatar el oso pardo va por buen camino, otro tanto se puede decir del proyecto para reintroducir el rebeco en el Aramo y la sierra de Caranga, en el concejo de Proaza. La iniciativa, que se puso en marcha en 2007, empieza a dar sus frutos después de un primer año un tanto desalentador y se confía en llegar a los cien ejemplares en 2010.

La empresa medioambiental Biogestión, con la colaboración del IREC (Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos) y de los cotos de caza de Quirós, Proaza, Riosa y Morcín, es la responsable del programa, que contó con una inversión de 18.000 euros. El año pasado sólo sobrevivieron tres crías, pero este año ya se han contabilizado diez y se cree que hay dos o tres más sin localizar. Aún hay pendientes otras tres o cuatro jornadas de capturas de animales para su posterior reintroducción. Los ejemplares capturados reforzarán las laderas de Riosa y Morcín y la zona de Caranga, ya que las previsiones pasan por lograr grupos de unos 25 rebecos en cada zona.

Pero el plan no se detiene ahí. En septiembre se espera la concesión de ayudas de los fondos europeos para desarrollar un segundo proyecto más ambicioso, auspiciado por las sociedades de cazadores de los cinco concejos implicados, Quirós, Proaza, Riosa, Morcín y Lena. Este nuevo plan supondría una inversión de 90.000 euros y la contratación de dos especialistas que vigilasen el éxito de la iniciativa sobre el terreno haciendo un seguimiento permanente de la población de rebecos.

Los rebecos que viven actualmente en calizas de Caranga y el Aramo son sobre unos cuarenta ejemplares, trece de ellos ya nacidos en la zona. Según Pablo González, coordinador del proyecto, «cada año el número de nacimientos aumentará y hará que se consoliden los grupos ya formados». Actualmente, hay un grupo de unos veinte animales en la sierra de Caranga y otros tres grupos en las calizas del Aramo. El seguimiento de estos animales se realiza cuatro veces al día mediante unos collares con dispositivos de «radiotracking» o GPS.

El rebeco de la cordillera Cantábrica (Rupicapra pyrenaica parva) es la subespecie de menor talla entre todos los rebecos del mundo y que prácticamente desapareció durante el siglo XIX, según el Indurot (Instituto de Recursos naturales y Ordenación del Territorio). Su recuperación, además de su valor como aportación a la biodiversidad, permitiría incorporar un recurso turístico y cinegético. No perjudica a la ganadería y a la agricultura, pues su hábitat es de alta montaña.