Rodiles (Villaviciosa),

Mariola MENÉNDEZ

El maliayés Iván del Valle juega sus mejores cartas estos días al otro lado del Atlántico. Este socorrista de la playa de Rodiles se enfrenta en Las Vegas (Estados Unidos), desde el sábado, a los mejores jugadores en las series mundiales de póquer (World Series of Poker), que se disputan del 3 al 12 de julio. Antes de emprender viaje hacia la ciudad del juego y los sueños, aseguraba estar dispuesto a darlo todo y vivir al máximo esta experiencia, que ya en sí constituye un premio, reconocía. No obstante, si además logra regresar a Villaviciosa con ocho o doce millones de euros más en su bolsillo, pues mejor que mejor.

Del Valle apunta que a través de una conocida página de póquer «on line» fue seleccionado para formar parte de un equipo internacional.

El maliayés agregó que había superado «el ticket de acceso que da entrada a la final, en la que hay 257 participantes de todo el mundo», y por el que competían más de mil personas. Sólo los tres primeros optarán a la World Series of Poker. Sin embargo, ya el hecho de situarse en la élite del póquer mundial le ha reportado 10.000 dólares, que es el coste del acceso al torneo, además de los 2.000 euros para gastos personales y otros 3.000 que debían destinarse a costear el billete de avión, un viaje que le ha trasladado a la meca del juego.

Este socorrista ha demostrado ser un experto en el póquer, juego en el que se inició con 15 años. Entonces era el de cinco cartas con un descarte y solía competir con personas mayores que él. Afirma que en aquella época era «casi clandestino y estaba mal visto; no es como ahora, que se ha puesto de moda y lo practican incluso deportistas famosos».

Actualmente, acostumbra a jugar sus cartas al póquer americano, conocido como Texas Hold'em, que es la modalidad que más se ha popularizado en internet y en los casinos. Iván del Valle indica que esta versión es «muy estratégica porque cuando uno cree que sabe jugar, se da cuenta de cuánto le queda por aprender». Al menos esa sensación asegura haber sentido cuando comenzó a practicar esta variedad. Reconoce que la suerte juega un papel importante, pero la clave está en «echar al contrincante antes de que tenga la posibilidad de tenerla». Para lograrlo se necesita estudiar cada movimiento, jugada y gesto del oponente. Del Valle es de los que prefiere no utilizar ni gafas de sol ni gorra para ocultarse. Admite que el póquer «mueve mucho dinero» en todo el mundo, lo que, sin duda, se convierte en un importante aliciente de este juego.

«La mentalidad que llevo es la de disfrutar. Me costó diez euros la inscripción y voy a vivir una gran experiencia. Estoy loco por conocer Las Vegas», aseguraba el joven en Rodiles, su localidad natal, poco antes de partir hacia Estados Unidos en busca de su gran sueño. Además, es muy posible que en estos momentos haya podido compartir mesa o coincidir con uno de los más afamados jugadores internacionales. Precisamente al que Del Valle más admira es al canadiense Daniel Negreanu.

El joven de Villaviciosa también destaca las artes del maliayés Pichino. «Le valoro mucho como jugador», apostilla. Asimismo, fue él quien le animó a probar nuevas vías de juego a través de internet. Él fue el que le descargó el primer software o programa informático para probar suerte en el póquer, hace ya más de diez años.

No obstante, las facilidades que ofrece la red para dar a cualquier persona del mundo la posibilidad de disputar sus partidas «on line» también tiene su contrapartida. El propio Iván del Valle advierte de las escasas trabas con las que los menores pueden jugar al póquer en internet, a pesar de «la adicción que puede generar» después de pasarse varias horas enganchado a la pantalla.

Este joven de Villaviciosa, de 31 años, considera que «en Asturias hay un altísimo nivel de jugadores». Ahora Iván del Valle tiene el gran reto de dejar el pabellón regional bien alto tratando de hacerse un hueco entre las principales figuras del póquer mundial. Él confía en que sus estrategias habituales le permitan situarse entre los mejores, además de embolsarse un buen puñado de dólares y vivir una experiencia que está seguro que no olvidará.