Fresnedo (Teverga),

Lorena VALDÉS

Para Aurora Álvarez el secreto de la colineta es cuestión de grados. Concretamente, los 40 que tiene el coñac con el que prepara el almíbar que sirve para «emborrachar» este tradicional postre que elabora cada año en su casa de Fresnedo (Teverga), con motivo de la fiesta del Santo Ángel de la Guarda en Semana Santa. «En la receta original la colineta se moja con vino blanco, pero con coñac queda mucho más esponjosa», explica la mujer, que enseñó a varios hosteleros de San Martín a elaborar esta tarta que se sirvió hace unos días en las Jornadas gastronómicas de primavera del concejo.

Aurora Álvarez es de esa clase de cocineras que no entiende de cantidades. «Yo echo a ojo», reconoce la mujer mientras muele las avellanas para ponerse manos a la obra con el dulce. «Hace años iba a buscar las avellanas por el monte, pero ahora la hago con las que vienen ya tostadas; eso sí, los huevos de casa son insustituibles», afirma la cocinera.

Con las avellanas a punto, Aurora separa a continuación las yemas de las claras, de los 8 huevos que lleva la tarta, y las bate bien junto a 8 cucharadas de azúcar. «Alegría, la tía de mi marido con la que aprendí hace 48 años a hacer la colineta, siempre decía que no había que cansarse de trabajar con la cuchara de madera la yema y el azúcar hasta conseguir que la mezcla perdiese el amarillo intenso de los huevos».

Una vez logrado el color vainilla deseado, la tevergana añade las claras, las avellanas y dos cucharada de harina por este orden, y coloca la masa en un molde «hecho a medida de la colineta». «Ahora se mete al horno y en 40 minutos está. La primera vez que hice la tarta fue en la cocina de carbón y me salió un poco quemada, aquí es mucho más fácil calcular el tiempo y la temperatura, que debe rondar los 160 grados», recomienda la cocinera.

Mientras la colineta coge color en el horno, Aurora prepara el almíbar con el que emborrachará después el postre.

«Además del coñac le echo agua, azúcar, una rama de canela y un trozo de limón y otro de naranja. Tengo un yerno cocinero y fue él quien hace unos años me dio el truco de sustituir el vino blanco por un buen chorro de coñac. Y nada que ver. ¡Así sale más buena todavía que la de toda la vida!», sentencia la vecina de Fresnedo. En casa de Aurora no puede faltar la colineta, al menos una vez al año. «Mis hijos y mis nietos ya entran por la puerta el día de la fiesta del Ángel preguntando si hay tarta, sobre todo mi nieta Alba, que ha salido tan llambiona como su abuela», bromea esta mujer famosa en el concejo también por sus borrachinos, su arroz con leche, sus manos de cerdo y su pote de berzas.

Media hora después, la colineta sale del horno y el almíbar esta a punto para «emborrachar» la tarta. «Hay que empaparla bien, sin miedo», sentencia Aurora, ayudada por una cuchara y un pincel. «Ahora vamos a adornarla con cuadraditos con claras batidas a punto de nieve», adelanta la tevergana, satisfecha del color y olor de su dulce. La colineta está lista y los llambiones acechan para probar una tarta que hace que el Ángel sea de lo más dulce en Fresnedo.