San Román de Candamo, Sara ARIAS

San Román despidió ayer a su párroco, Eustaquio Sánchez Fonseca, entre lágrimas y aplausos. El cura dejó ayer la parroquia en la que llevaba diez años predicando para ocuparse de la de Valdesoto (Siero) donde trabajará con Cáritas. Así lo ha decidido el Arzobispado, una decisión que no gustó entre muchos de sus feligreses y amigos, que denuncian que fueron las quejas de unos pocos vecinos las que han propiciado la marcha. «Son todo mentiras y calumnias», dijo ayer María Teresa Patiño Villar entre lágrimas.

Al parecer, los vecinos contrarios a Sánchez se quejaron de que el cura llevaba una vida «muy abierta» para la práctica religiosa. A esto se refirió el propio Sánchez, durante el sermón. Siempre con una sonrisa en la cara, espetó: «Ayer (por la noche del sábado al domingo) estuve hasta las cinco de la mañana y ni me emborraché, ni me drogué, enteraros de una vez». El párroco de San Román también recalcó que para aquellos que recelan de él, siempre puso más «para amarlos y respetarlos». «La gente que se enfrenta al sistema, el que es solidario, a ése lo quitan del medio», aseveró. Al finalizar, la iglesia de San Román rompió en aplausos.

Sánchez recibió la noticia de su traslado el pasado viernes 13 de abril en una reunión en el Arzobispado de Oviedo. Tras la noticia amigos y feligreses decidieron convocar una serie de movilizaciones para intentar frenar su traslado. Aún a día de ayer siguieron recogiendo firmas, aunque con la resignación de aceptar lo que es ya un hecho.

Tras la misa, los soportales de la iglesia de San Román acogieron la última despedida, entre las lágrimas del monaguillo, que salió desconsolado de la sacristía. Y también de sus feligresas que no podían contener la emoción. «La gente que lo acusó estaba hoy aquí y todavía tuvieron el valor de darle dos besos», afirmó Aurora González con la voz rota. Carmen Álvarez añadió: «Lo echan porque no le baila el agua a los meapilas y beatas».

También fue a despedirle Sidy Diane, un senegalés que Sánchez acogió hace tres años en su casa de porque «no tenía donde ir ni dinero para comer, él siempre se quitó lo suyo para dármelo», explicó. «Tito es una persona única». Con prisas y agradeciendo a todos los presentes el apoyo se fue Sánchez emocionado a bautizar un bebé en una de las ocho parroquias que tiene en Candamo. Los que aún quedaban se fueron también: «Que los de Oviedo sepan que lo queremos».