Villaviciosa,

Gonzalo BENGOA

«Mi vocación siempre fue la de escribir». Matilde García-Mauriño, ovetense octogenaria afincada en Gijón, explicó ayer la ausencia de secretos durante toda su vida: «Todo lo he escrito». «Toda mi familia tiene afición por la escritura, pero no conseguía publicar», aclaró la mujer, que presentó en la Fundación Cardín de Villaviciosa la novela «Adiós, Rey Magno», la segunda entrega de un primer trabajo que publicó hace pocos años y que tituló «La silla del rey».

«Adiós, Rey Magno» se desarrolla entre los años 791 y 912. Entre hechos documentados y ficticios la escritora presenta la coronación de Alfonso II el Casto en la Corte de Oviedo y la expansión del reino astur hacia el Duero, Galicia y Vasconia. Se retrata el período ramirense y la construcción de los grandes monumentos prerrománicos, además del apogeo de Alfonso III el Magno, a cuya muerte se trasladó la Corte a León.

«He buscado los pensamiento de estos personajes a la hora de escribir la novela», comenta la escritora, satisfecha con el resultado del trabajo. La obra sigue la evolución cronológica de la monarquía asturiana «al modo de los antiguos anales». Matilde García-Mauriño teje «una historia de gran verosimilitud» donde aparecen «conspiraciones, amores y las luchas personales».

El primer libro de Matilde García-Mauriño fue «Cuentos de magia y azar», una recopilación de relatos que ella misma editó. Después dio a leer «La silla del rey» al editor Juan Méjica y se interesó por la obra hasta que decidió llevarla hasta las librerías.

En el acto también se presentó la primera obra de la joven Silvia Méjica en el mundo de la literatura infantil y juvenil, tras haber cosechado varios premios en concursos literarios. Se trata de «Aramar en el bosque de las letras», que la autora escribió ante la inauguración del «Parque de las Letras» de Coaña, donde trabajó su padre y que se inauguró el pasado año. «El libro tiene una finalidad didáctica, resaltar lo importante que es conseguir las metas», comenta la autora, que quiere resaltar «valores como la amistad, la familia y el respeto por la naturaleza».