Cabruñana (Grado),

Sara ARIAS

Una imagen dantesca. Eso es lo que vió ayer César José Llanes al levantarse por la mañana y mirar desde la ventana de su casa, en Cabruñana, a seis kilómetros de la villa de Grado, hacia la finca donde tenía a sus ovejas: 14 de los 20 animales que tenía en la propiedad familiar, de una seis hectáreas, estaban muertos o moribundos y sus restos se encontraban esparcidos por el prado. El rebaño había sido atacado por los lobos. Algunas de las ovejas habían sido mordidas en los cuartos traseros y en el cuello y tenían las tripas fuera, pero aún estaban vivas, agonizando. Parte de las supervivientes presentan heridas que hacen dudar a su propietario de si podrán ser curadas «o si habrá que matarlas». Llanes también teme que las que están preñadas pierdan sus corderos a causa del shock.

«No nos enteramos de nada, entre el ruido del aire, la lluvia... Me levanté de madrugada porque los perros no paraban de ladrar pero no se veía nada», lamenta Llanes. Su esposa, en un momento dado, no puede contener las lágrimas al acordarse de «Lunar», una de las ovejas, que ellos mismos amamantaron. El matrimonio no acaba de comprender cómo los lobos entraron en la finca, ya que «está completamente cerrada», detallan.

Lo que más molestó a César José Llanes durante la mañana fue no poder hacer nada para terminar con el sufrimiento de las ovejas que estaban moribundas. «Hasta que vengan los de la Consejería no sabemos qué hacer». El dueño de las ovejas denuncia el retraso de la Administración en acudir a la finca. «Hace un mes vinieron a hacer un control de bienestar animal y quedaron encantados. Pero ahora pasa esto, hablo con todos los organismos posibles desde las diez de la mañana y salta un contestador. Del bienestar animal, nada, porque están varias moribundas y es la una y media de la tarde y nadie aparece».

Por las pisadas de lobo que encontraron en la finca sospechan que se trata de una manada «muy grande, con crías». Algunas de las huellas parecen pertenecer a machos adultos, aventura Llanes, «más grandes que un pastor alemán». El propietario de las ovejas atacadas sospecha que los lobos puedan estar refugiados en la vecina sierra Sollera, un terreno con mucha maleza. Y teme que la manada vuelva a actuar en los próximos días. «Tengo el temor de que vuelvan porque las ovejas que quedaron están muy asustadas y ahora ellos saben que aquí hay comida», comenta.

Los vecinos que se acercaron hasta la finca de César José Llanes no guarsan memoria de la presencia del lobo por la zona, ni si quiera los más ancianos, como José Luis Valea, quien asegura que «lo más cerca que estuvieron fue por El Fresno, y en días de invierno». Llanes clama por una solución: «Que los erradiquen de aquí y se limiten a tener lobos en donde no hay humanos», declara.