Candás, Mónica G. SALAS

Dicen sus vecinos que la mar sigue siendo «la gran señora» de Candás. Pero lo cierto es que la villa ha perdido en los últimos años muchos de sus toques marineros. Desde la Almena y el Barcón del muelle antiguo, que situaban al candasín frente a un cuadro de olas, hasta el más reciente, con el cese de la actividad conservera en 2008 tras el cierre de la fábrica Hijos de Hermanos Albo. Candás ya no es, por tanto, lo que era. De ese importante puerto del Cantábrico queda bien poco y el olor a salitre se difumina irremediablemente en el pasado. «Nos quedan muy pocas señas de identidad; la parroquia representa cada vez menos su pasado marinero», asegura Luis Fernández, presidente de la Asociación de Vecinos Amigos de Candás.

El desarrollo urbano pero, sobre todo, la industria asentada en el concejo han sido los principales responsables de la transformación que ha sufrido la villa marinera en los últimos años. La instalación de Ensidesa -actualmente, Arcelor-Mittal- y otras fábricas, como la central térmica de Aboño, provocaron un crecimiento económico y demográfico desconocido hasta entonces en Carreño y sobre todo en su capital, Candás. Todo el sector primario y, en particular, la pesca sufrieron un paulatino abandono. Así, Candás «pasó de ser primero sólo pesquera a luego fabril y ahora a prestar servicios», afirma Luis Fernández.

No obstante, bien es verdad que ahora más que nunca los candasinos intentan recuperar su pasado marinero con proyectos como el futuro museo de la pesca en la remodelada fábrica Ortiz, que aunque en estos momentos se encuentra paralizado por falta de financiación muchos vecinos de la villa esperan poder verlo pronto en funcionamiento. «Son esas raíces las que debemos recuperar y luchar porque Candás siga siendo lo que era: un pueblo, evitando pues caer en una ciudad dormitorio, que borre la identidad de nuestra villa», comenta Luis Fernández. En este sentido, el presidente de la asociación de vecinos, con una mirada puesta en el pueblo vecino, donde ya existe una asociación que vela por las tradiciones luanquinas, apunta que los jóvenes de las peñas candasinas deberían colaborar en rescatar las tradiciones del pueblo. «Hoy en día hay tradiciones como la danza prima que se mantienen gracias a la gente mayor; por tanto, necesitamos que haya jóvenes que tomen el relevo», añade.

Entre las construcciones más importantes de la parroquia destacan el Ayuntamiento de Carreño, conocido antiguamente como Casa Genarín, de estilo indiano. La iglesia de San Félix, del siglo X, es otra de las joyas arquitectónicas que posee Candás. Este templo sufrió varias reformas. Entre ellas y la más importante, después de la Guerra Civil española, cuando fue destruida junto a la imagen del Santísimo Cristo. El retablo barroco de su interior sobrevivió gracias al escultor candasín Antonio Rodríguez, Antón, quien consiguió desmontarlo y guardarlo en un almacén. Precisamente, este artista da nombre desde 1989 al centro escultórico de Candás, situado en la plaza El Cueto, sobre la antigua casa de los Estrada, del siglo XVIII, convertido hoy en todo un referente artístico en la región. En el terreno cultural, aparte de las numerosas agrupaciones que existen en la parroquia, destaca el teatro Prendes. «Ninguna villa como Candás tiene un teatro de estas características. Es un lujo tenerlo y debemos cuidarlo porque su rentabilidad va más allá de lo económico, es social y repercute en nuestra calidad de vida», afirma Luis Fernández.

Además de las citadas, son muchas otras las construcciones relevantes que hay en Candás: el faro de San Antonio, la fuente de Santarúa, el edificio García Orejas, el palacio de los Muñiz, Casa Rivas... A pesar de su riqueza arquitectónica, Candás es la parroquia más pequeña del concejo, después de Albandi, con 1,82 kilómetros cuadrados, pero, en cambio y como es lógico, la más poblada, con más de diez mil habitantes. Están dentro de Candás los barrios de El Nodo, Santarúa, Santo Olaya, La Matiella, La Cuesta, San Roque y El Regueral, entre otros muchos. Precisamente, El Regueral es uno de los núcleos peor atendidos de la parroquia, según sus vecinos, con poca luz y sin aceras.

Con este reportaje se cierra la serie «Carreño, parroquia a parroquia».