Pola de Siero,

Manuel NOVAL MORO

La Peña Careses, uno de los espacios naturales más queridos por los sierenses, y especialmente por los polesos, sigue en peligro. Pese a que el Ayuntamiento impulsó una figura, el plan especial de protección de Peña Careses, para preservar la montaña de sus principales enemigos, las canteras y la alta tensión, lo cierto es que el concejo tiene las manos atadas. No puede hacer más que declarar su descontento.

El plan nació, concretamente, para aliviar los daños que estaba causando a la peña desde Sariego la cantera de Castañera. Siero se decidió a proteger, al menos, la parte de la peña que estaba dentro de su territorio, e incluso se abrió un litigio sobre los lindes entre ambos municipios en la zona de extracción. Finalmente, el Consejo de Gobierno del Principado decidió que Siero tenía razón, y que le correspondía al concejo una franja de cerca de veinte metros de ancho de la montaña que se había atribuido Sariego. Así las cosas, parecía que el espacio estaría protegida en ese frente, pero el tiempo ha demostrado que no es así, porque la cantera sigue con su actividad como hasta ahora y el territorio se sigue horadando sin que nadie le ponga freno. Sariego, además, siempre se ha mostrado favorable a la actividad extractiva.

El segundo enemigo de la Peña Careses fue el que provocó que el Ayuntamiento de Siero agilizase un plan que se había ralentizado durante años: la nueva línea de alta tensión Costa Verde, cuyo trazado implicaría la colocación de una torre de alta tensión en la propia cima de la peña, con el daño irreparable que le haría a la imagen de la montaña.

En este aspecto, Siero tiene también las manos atadas, pese a que el plan se posiciona en contra de que se establezcan pasillos radioeléctricos por la peña y a la propia declaración unánime del Pleno en contra de la línea de alta tensión. En este caso, el problema le viene por su capacidad de influir legalmente en la decisión.

La creación de los pasillos radioeléctricos y de las nuevas líneas de alta tensión es potestad del Gobierno central, y la aprobación estatal del trazado imposibilita toda acción legal del municipio más allá de la presentación de alegaciones. La única esperanza que tienen actualmente los afectados viene por el hecho de que no hay plazos definidos para construir la línea. No obstante, se mantienen alerta.

El grupo de montaña Picu Fariu fue pionero en sus reivindicaciones de protección de la peña, aunque finalmente las piedras terminaron por caer en su propio tejado, ya que el plan especial prohibió la escalada en la peña para proteger el anidamiento de especies como el alimoche. Los montañeros, en un ejercicio de coherencia, aceptan la restricción por el bien del espacio.

Uno de los más eminentes integrantes del grupo, José Manuel Piniella, reconoce que últimamente habían dejado algo de lado su reivindicación de la protección de la peña, confiando en que ya no había peligro para el espacio natural. Ahora, sin embargo, se encuentran con nuevas amenazas como la alta tensión. «Sí, supongo que una torre lo estropearía todo; menos mal que no duramos mucho y no nos da tiempo a ver muchos cambios, porque nada se queda como estaba», ironiza el montañero.

Con todo, el municipio busca revalorizar el espacio natural y ha emprendido alguna de las propuestas incluidas en el plan, como potenciar el senderismo en la zona. Por lo pronto, ya se han colocado en el acceso a la peña desde la Pola carteles para indicar todos los espacios y las numerosas zonas de interés con que cuenta.