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Carreño

En busca de la felicidad de su hija

Conchita Fernández, madre de una autista de 32 años, narra en internet su experiencia y aconseja a los padres en su misma situación: "No quiero que la gente sufra como yo"

Conchita Fernández, en la entrada del centro polivalente La Baragaña. Mónica G. Salas

"No sabía qué hacer. Se volvía loca en cuanto intentábamos sacarla de su habitación. Yo ya no podía más y llegó un momento en el que pensé en desaparecer de este mundo". Son declaraciones duras que a su autora le cuesta reproducir. Conchita Fernández es consciente de que su vida no ha sido nada fácil. Esta mujer, natural de Ribera de Arriba, aunque residente desde hace años en Candás, sabe bien lo que es tener una hija autista y lo que es peor, pasarse cuatro años recorriendo los centros de salud asturianos en busca de una respuesta a su eterna pregunta: ¿Qué le pasa a mi hija? Al final consiguió saberlo y hoy Alexia Santoveña, su "pequeña" de 32 años, es feliz, pero no sin antes haber tenido que recorrer un camino de lucha, sacrificio y, por qué no decirlo, de penas también.

Ahora, Fernández, al igual que otras muchas personas, ha encontrado en la redes sociales el medio idóneo para desahogarse, compartir su historia y, en definitiva, ayudar a otros padres, a través de su página en Facebook "El Autismo. Experiencia de una madre".

"No quiero que la gente sufra tanto como lo he hecho yo. Así que, con esta página, lo que pretendo es prestar información sobre el autismo, que es una enfermedad todavía bastante desconocida para muchos, así como de todos aquellos centros a los que puedan acudir", explica. Pero, sobre todo, quiere lanzar un mensaje: "No hay que pensar que la vida se acaba cuando tienes un hijo que padece este trastorno, que ni siquiera puedes reflexionar sobre el futuro. Hay que vivir el día a día y ser fuerte y luchar mucho para poder salir hacia adelante". Y para ello es clave la unidad familiar. "Es muy importante. Se necesita la colaboración de todos los miembros, porque si solo hay uno comprometido no se puede hacer nada", confiesa. Conchita Fernández se siente una privilegiada, ya que ha tenido "la suerte" de contar con el apoyo de sus otros cuatro hijos y su marido, ya muerto, Enrique Santoveña.

La página "El Autismo. Experiencia de una madre" fue creada en agosto y desde entonces no han parado de aumentar las visitas, así como el número de seguidores, que hoy ya supera los 170. "Estoy muy contenta. Hay gente que ya me escribe por privado para pedirme consejos y en cierto modo, todo ello me está ayudando también a mí", confiesa al lado de Francisco Javier Mateos, el vecino que le impulsó a contar su experiencia y que se encargó de configurar la página. "Siempre estaba contándome cosas y me decía que ella quería ayudar. Entonces, yo le comenté que existía esta posibilidad y que su mensaje podría llegar muy lejos", explica Mateos.

En esta plataforma, Conchita Fernández narra cada uno de los episodios que vivió, en el pasado, junto a su hija Alexia Santoveña. Pero, ¿y el presente? "El día a día es muy duro. No puede estar sola ni un minuto. Si yo salgo de casa, tienen que venir alguna de mis hijas a cuidarla. Y luego, aparte, está el problema del sueño, ya que hasta la seis de la madrugada no se va a dormir. Y claro, yo tengo que estar con ella. Además, los autistas son personas que necesitan vivir en un ambiente relajado, porque sino se estresan. De hecho, Alexia no soporta las voces", explica.

Pero al margen de este sacrificio diario, Conchita Fernández confiesa que Alexia es la princesa de la casa y que durante estos años no todo han sido penas, sino también alegrías. Y muchas. "Le encantan los coches, los baños y, sobre todo, la música. Se pasa el día escuchando al Dúo Dinámico, a los Tennessee. Para saber qué es lo que quiere en cada momento hemos puesto a su alcance su ropa y los alimentos. De esta forma, sabemos que si coge los zapatos es que quiere salir a la calle y si señala el pijama que quiere, por contra, quedarse en casa. En el fondo son inteligentes... Y mi familia y yo ya no podríamos vivir sin Alexia", concluye Fernández, con una sonrisa en la boca.

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