Tatiana Solovieva es la productora de "El Cascanueces", el espectáculo que presenta esta tarde, en el auditorio de Pola de Siero, la compañía de Ballet Clásico de San Petersburgo.
-Para este espectáculo cuentan con la participación de alumnos de escuelas locales. ¿Cómo surge esa iniciativa?
-Es algo que hacemos en todas las ciudades en las que actuamos. Creemos que es importante para los niños acercarse al mundo profesional y actuar al lado de las figuras internacionales. En nuestra compañía tenemos un elenco muy importante, con varios ganadores de concursos internacionales como el director de la compañía, Andrey Batalov, que es ganador del Grand Prix de Moscú, que es como una Olimpiada.
-Tienen actuaciones en Siero, Gijón y Avilés. ¿Cuántos niños de estos municipios subirán con ustedes al escenario?
-En cada número pueden actuar entre 30 y 45 niños, depende de varios factores. En algunos casos, los niños interpretan unos papeles en la primera parte del espectáculo y otros en el segundo, así que tenemos sólo 30, y en otros no repetimos a los niños. Para las funciones que hacemos estos días en Asturias actuarán con nosotros en torno a 200 niños de estas localidades.
-Debe de ser complicado coordinar ese esfuerzo...
-Pero consideramos que es bueno para las ciudades. Para nosotros sería más fácil interpretar nuestro espectáculo, no hay que coordinar a tantos niños. Pero creemos que es bueno para la cultura y para que los niños se sientan de otra manera en el mundo del teatro. Porque el mundo del teatro no es estar encerrado en una sala: cuando hay contacto con el público todo es diferente.
-¿Cómo lo coordinan?
-Tenemos aquí a una persona muy capaz, que trabaja bien y que ya ha colaborado muchos años con nosotros, con espectáculos del Ballet Imperial Ruso, y que ahora coordina también los del Ballet de San Petersburgo. Es una profesora de Gijón, Paula Bango. Ella misma se encarga de coordinar a los niños, los selecciona.
-¿Cómo es que tienen tanto nivel en Rusia, en este ámbito de la danza?
-Porque tenemos buenas escuelas, buenos profesores, hay competitividad... A nuestras escuelas de ballet se entra mediante un concurso: entran los mejores alumnos, que estudian durante ocho años con profesores que les exigen una calidad. Si no, no les dejan acabar la escuela.
-Tiene también mucha tradición...
-Es que la escuela de ballet rusa tiene más de 230 años. Y es una escuela con muchos centros de niños de cualquier nivel. Después hay conservatorios de ballet, donde estudian esos ocho años. Y después están las compañías, donde diariamente ensayan y trabajan. En Rusia, ser bailarín no es para divertirse, es algo serio, una profesión para toda la vida. Entonces, esto da resultados.
-Usted que conoce ambos contextos, ¿cómo ve el mundo de la danza en España, respecto a lo que se hace en Rusia?
-Es muy diferente. En Rusia la danza, la ópera, las orquestas, el teatro... siempre han estado muy apoyado por el Estado. Hay muchos teatros y no son sólo edificios funcionado: tienen sus compañías, sus orquestas, sus actores, sus bailarines, talleres de decorado y vestuario... En Rusia, cada teatro es una unidad de producción. Los niños que quieren ser artistas pueden conseguirlo y trabajar en uno de los teatros. y aquí en España no hay esto. Aquí los artistas se forman como pueden, por lo general en escuelas privadas, entran en una compañía, o crean la suya propia, y buscan un espacio para actuar. Aquí, ni en el Teatro Real tienen compañía propia. No se puede comparar.
