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"No nos sacó de probes, pero superamos la crisis", dicen en Molleo a los 8 años del Gordo

"Fue una locura la llegada de los banqueros", destacan los agraciados, que desde 2007 han hecho casas, comprado coches y esquivado el paro

Los vecinos de Molleo, el 22 de diciembre de 2007, celebrando el Gordo de Navidad. LUISMA MURIAS

Ni retiros dorados en Las Bahamas, ni yates, ni vidas totalmente solucionadas. Eso sí, la crisis parece que pasó de largo o, al menos, no encontró mucho acomodo en los últimos ocho años en Molleo.

Los vecinos del pueblo sierense, que en 2007 resultó agraciado con el Gordo de Navidad, recuerdan con nostalgia el que para muchos fue el día más feliz de su vida. Pero aseguran que aquella "alegría inmensa" simplemente les permitió vivir con mayor desahogo y esquivar, en muchos casos, la crisis que por aquel entonces pocos veían venir y alguno que otro negaba. Pues la crisis vino y ahora parece que se va, pero en Molleo no saben mucho de ella.

La mañana del 22 de diciembre de 2007 forma parte de la página más dorada de la historia de una localidad que con apenas medio centenar de habitantes sembró riqueza por buena parte de Asturias y otros rincones del país como Madrid, Barcelona o el Levante. Un total de 291 millones de euros repartidos en participaciones de la asociación cultural y de festejos San Fernando con el número 6.381 que hicieron que todos los ojos se pusieran en los habitantes del pueblo. "Fue una locura entre celebraciones, atender a medios de comunicación y la llegada de banqueros en busca de los premios", rememora la presidenta del colectivo, Tere Lastra, mientras ojea el ejemplar de LA NUEVA ESPAÑA del 23 de diciembre de 2007 que conserva como oro en paño.

Lastra -que una de las primeras cosas que hizo fue cambiar su coche de más de 20 años- sostiene que quien menos había comprado dos participaciones, agraciadas con 20 millones de las antiguas pesetas, que arreglaron muchos apuros. "Sé que muchos jóvenes de parroquias vecinas como Valdesoto pudieron acceder a la vivienda gracias al premio", indica al mismo tiempo que habla del Gordo como el principal salvavidas de lo que luego se vino encima. "Hubo gente dedicada a la construcción y otros sectores que se quedó en el paro y pudo aguantar hasta volver a encontrar trabajo", apunta.

Otros señalan que gracias al premio pudieron ayudar a sus seres queridos. "Me sirvió para poner un poco mejor a hijos y nietos", confiesa la vecina Alvarina Fuente. "No nos sacó de probes, pero nos ayudó mucho a vivir mejor", sostiene mientras hace memoria de unos días en los que "cantamos, bailamos y saltamos más que nunca".

Entre los agraciados estuvo también la alcaldesa de barrio de Hevia, Agustina Castro, que curiosamente abandonó la directiva del colectivo que repartió la suerte el año anterior, pero no dejó de comprar participaciones. "Se hicieron y arreglaron muchas casas que estaban muy viejas", comenta sobre unas mejoras que se reflejaron en aspectos muy básicos de la vida diaria. "Mucha gente aprovechó para cambiarse el coche, si bien no puede decirse que la lotería trajese muchos lujos", añade Castro, que descarta que nadie del pueblo ni de sus alrededores dejara sus puestos de trabajo tras ser agraciado con importantes cantidades de dinero.

Lo que sí coinciden todos en señalar es el aumento de la afición por el sorteo más importante del año, no sólo por parte de los lugareños, sino también por muchos foráneos que no pasan la oportunidad de probar suerte con la lotería del colectivo agraciado hace ocho años. "Se saca toda la serie y en menos de un mes ya se vende todo", sostiene Tere Lastra, que también reconoce que la gran demanda de las participaciones provoca algún que otro pequeño conflicto. "La gente se disgusta cuando le decimos que ya no queda más", dice la vecina de Molleo.

Otros, mientras tanto, achacan la suerte del pueblo a la voluntad del patrón local. "San Fernando quiso que tocara aquí", no sin cierto tono de humor el vecino David Corsino Suárez, que confía al santo que se vuelva a repetir una jornada histórica como la de 2007. "Habrá que preguntar a San Fernando si este año quiere que volvamos a pasarlo tan bien", relata con una sonrisa de oreja a oreja un Suárez que durante muchos años era un fijo en la venta de la lotería de los festejos.

A la espera de que llegue de nuevo el 22 de diciembre, los afortunados vecinos de Molleo se conforman con traerse al presente los mejores momentos de una jornada cada vez más lejana en el tiempo. "Nunca olvidaré el instante en el que vi las bolas girar con el premio y no sabía cómo reaccionar", confiesa una Lastra que se conformaría con que esa "experiencia única" pueda ser vivida por las gentes de alguno de los pueblos vecinos. "Ya no pido que toque en Molleo, sino en otros pueblos vecinos para que puedan sentir lo que nosotros sentimos y podamos compartirlo", manifiesta la mujer, que no oculta su emoción al ver algún que otro agraciado ya fallecido en las fotografías de la celebración publicadas en la prensa.

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