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V Encuentro de Diseño y Moda en Pola de Siero

Valverde: "Al hacer un vestido te tienes que identificar con quien lo va a llevar"

"El día que entregué el traje de novia de la Infanta Elena fui llorando hasta mi casa", revela el diseñador en el encuentro de moda de la Pola

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Jornadas de diseño y moda en Pola de Siero, con la presencia del diseñador Petro Valverde

Hablar de Petro Valverde (Sevilla, 1946) es hablar de uno de los grandes nombres de la alta costura de España durante las últimas década. El diseñador, que adquirió fama internacional como autor del vestido de boda de la Infanta Elena en 1995, fue ayer la gran estrella del quinto Encuentro de Diseño y Moda que se celebra en Pola de Siero. Una presencia que permitió a las jóvenes diseñadoras de la región conocer a uno de sus referentes.

Cercano y afable, Petro Valverde comió primero con las diseñadoras y, posteriormente, visitó sus puestos en la feria, para finalmente protagonizar un encuentro con profesionales y aficionados en el auditorio poleso, en el que repasó su trayectoria y obsequió a los asistentes con valiosos consejos para su desempeño profesional. "De mi casa no salen dos trabajos iguales, porque no van dirigidos a la misma persona. Tienes que trabajar con la clienta, identificarte con quien va a llevar el traje, con el lugar... Cada traje que sale de mi casa es totalmente diferente", afirmó Valverde, en conversación con LA NUEVA ESPAÑA, en la feria polesa.

Al repasar su trayectoria, Valverde recordó lo duro que fueron sus inicios, en una ciudad como Sevilla y con una vocación que era "una deshonra", por considerarse un trabajo para mujeres. Valverde, no obstante, contaba con el apoyo de su padre.

Poco a poco, Petro Valverde iría prosperando en el sector, ganando prestigio dentro de los círculos de la moda. Pero en su trayectoria hay una fecha marcada en rojo: el 18 de marzo de 1995. El día de la boda de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar.

La propia Infanta, de la que había sido diseñador de cabecera durante once años, eligió al sevillano para hacerle el vestido de boda. "El traje de novia de la Infanta Elena no me tocó en una tómbola. Había una trayectoria previa, y yo me lo había currado durante once años, trabajando para la Casa Real y sin decir nada", relata. Aún recuerda con emoción el día en el que llevó el traje a La Zarzuela: "Me volví a mi casa llorando todo el camino, ahí dejaba una parte de mi vida". Pero es otra imagen la que guarda en la retina: su regreso a Sevilla, de donde había salido en silencio tantos años antes.

"Es que encima la boda era en Sevilla, y volver allí, en olor de multitudes, fue un orgullo para mí y para mi familia. Me creé muchas enemistades al recibir ese encargo, pero esa imagen, cuando dejé a la Infanta de la mano de su padre en la puerta de los Reales Alcázares, y la ve el mundo entero, no hay cojones que me la quiten. Nunca viviré lo suficiente para agradecer ese trabajo", concluyó el diseñador.

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