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Siero

El incansable José Enrique Noval logra un nuevo título nacional de tiro en Cuenca

El deportista sierense, de 75 años, achaca la longevidad de su carrera a sus cuidados y su capacidad competitiva

José Enrique Noval con sus medallas más recientes. l. blanco

El tirador inoxidable de Siero dio el pasado domingo su penúltima lección magistral. José Enrique Noval, que el próximo septiembre cumplirá 76 años, se alzó en Cuenca con la Copa del Rey de la categoría de superveteranos de la modalidad de foso universal a pesar de no encontrarse al cien por ciento físicamente. Un logro más para una gloriosa carrera a la que no pone, ni mucho menos, fecha de caducidad.

Nacido en El Berrón el 13 de septiembre de 1940, actualmente reside en el límite de la localidad sierense con Noreña, aunque concretamente su casa pertenece a este último municipio. Desde pequeño mamó la pasión por la caza de su propio padre, Enrique Noval, pero curiosamente sería su hijo el que le despertaría el gusanillo por el tiro al plato. "Empezó él compitiendo y, luego, yo me vicié", admite.

Esta incursión en el deporte no sería ni mucho menos testimonial. "Yo, cuando me propongo hacer algo, o me lo tomo en serio o no lo hago", advierte el hombre que, después de más de media vida dedicada al deporte, acumula media docena de títulos nacionales y tantos de ámbito regional que ni siquiera los tiene contados.

No obstante, su mayor logro trascendió incluso las fronteras de nuestro país. "Lo máximo fue cuando quedé subcampeón del mundo por equipos", dice, antes de explicar los motivos que le impidieron sumar un mayor palmarés internacional. "Para participar en competiciones internacionales hay que dedicarse de lleno y emplear muchos recursos en viajar a diferentes países", explica este hombre, que hasta hace un lustro dedicó su vida a su taller de cerrajería y calderería. "Ahora me dedico más a contemplar a los nietos", apunta.

No obstante, su dedicación al deporte continúa siendo diaria. Una lesión en el brazo derecho le impide entrenarse a fondo, pero, como prueba de que la veteranía es un grado, ha buscado una alternativa. "Practico los movimientos de apuntar sin las escopeta para aligerar peso", relata, al mismo tiempo que hace una demostración física de su dedicación diaria, a la que añade como factor su seriedad. "No bebo, no fumo y tengo una especial seriedad cuando tengo que competir", declara José Enrique Noval, que pone como ejemplo su proceder en las vísperas de las pruebas. "Voy a la cama pronto para estar fresco, mientras que otros trasnochan y al día siguiente se nota que no están al cien por ciento", indica.

De todas formas, cree que lo más meritorio de su longeva carrera es el hecho de que a día de hoy compite codo con codo con deportistas mucho más jóvenes. "En los últimos nacionales tenía rivales de hasta 59 años en alguna de las modalidades", relata el hombre, que una semana antes del último nacional obtenía el bronce en otra prueba de la modalidad Trap 3 disputada en La Coruña.

Otro de los aspectos que le mantienen en plena forma son sus intactos reflejos. "Los conservo como siempre", señala con respaldo objetivo, pues puede demostrar que sólo necesita en torno a medio segundo para romper el plato, mientras que otros competidores, en algunos casos mucho más jóvenes, precisan del doble de tiempo para alcanzar su objetivo.

Su dedicación al deporte no se limita a participar, sino que también forma parte del organigrama de la Federación regional y su deseo de que esta disciplina prospere es más que palpable. "Las armas tienen una mala propaganda, injusta en algunos casos, pues se deberían de analizar los fines con los que se usan, y en nuestro caso no son para nada negativos", defiende Noval, que dice envidiar la cultura de otros países europeos, como Francia, en donde el tiro es considerado una práctica con provecho económico y social, o Italia, donde asegura que puede considerarse "el deporte nacional".

Esa envidia se acentúa cuando ve con impotencia cómo sus aspiraciones de poner en marcha un campo de tiro en Valdesoto, que se remontan al año 1993, se ven frustradas una y otra vez al encontrar continuos impedimentos. "Creo que el exceso de trabas es uno de los principales obstáculos para que un país prospere, y aquí lo estamos viendo", dando a entender que se debería copiar los modelos existentes en otras naciones para promocionar los deportes minoritarios.

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