Basam Abou Kirch Sánchez, de origen sirio por vía paterna, colocó a 32 chavales dentro de la marca con tiza que trazó ayer sobre el escenario del salón de actos del instituto Víctor García de la Concha, de Villaviciosa. La intención era que imaginaran las lamentables condiciones en las que navegan los refugiados sirios. Y es peor aún, porque si ellos ya se sentían apretados en los 9 metros que mide el bote, aún entraría otra veintena de personas más, incluso niños pequeños y mujeres embarazadas. Muchos llegan agotados después de "días caminando por el monte, pasando frío y hambre", les explicó. Por si fuera poco, embarcan "de noche, en un bosque, corriendo para no quedarse sin sitio y después de pagar a las mafias 1.200 euros, todo el dinero que tienen".
"He sudado...", comentó Gabriel Mier, de segundo de la ESO, mientras que Álvaro David, de primero, se sintió "agobiado". Estefanía Rodríguez también reconoció haberse sentido "apretada". Fue una mínima aproximación a la cruel realidad que sufren los refugiados que huyen de la guerra de Siria. El maliayés César Bonera les contó a estos estudiantes su experiencia como rescatador de salvamento marítimo en las islas griegas de Lesbos y Chios, en cuyas labores también participó Basam Abou Kirch, cuyos familiares se refugiaron en Idomeni (Grecia). "Tuvieron suerte porque mi tío trabaja en Bélgica y les arregló los papeles". Bonera se queda con el granito de arena solidario que están aportando pero lamenta el mucho trabajo que queda por delante. Forman parte de la ong "Human Rescue"-Brazos Abiertos.
