La tercera edad vive una segunda juventud en Carreño. Más de un centenar de miembros del centro de jubilados El Paseín se reunieron ayer en torno a las mesas del hotel Piedra de Perlora para disfrutar de una jornada de confraternización entre amigos. Además del convite, la entidad y los allí presentes rindieron un homenaje a tres de sus compañeros más longevos: María Fernanda Menéndez, Carlos Muñiz y Aurelio Suárez; de 91, 90 y 100 años, respectivamente, quienes presidieron el banquete junto a la directiva de la entidad, la presidenta de la Federación de Asociaciones de Mayores del Principado, Dolores San Martín, y las autoridades municipales.

"Yo me hago la compra, cocino, limpio la casa... Y, por las tardes, voy al centro social a jugar al parchís o a la baraja, y al baile cuando hay...", aseguró María Fernanda Menéndez, una de las distinguidas en la reunión de ayer, que destila vitalidad por todos los poros de su piel. Menéndez es de sobra conocida en Candás por pertenecer a la saga familiar de los "Bombita". "Tuve un padre fabuloso, al que le llamaban "el Bombita" por su afición a un torero que usaba ese nombre. Era un paisano muy querido en el pueblo que siempre ayudaba a los que más lo necesitaban", recordó sobre su progenitor.

Casada con un marinero, con el que recorrió "España entera", Menéndez regentó, junto a su hermana Sisa, una popular confitería, afamada por sus marañuelas, en el centro de Candás. "Cuando falleció no quise saber nada más del negocio y, a partir de ahí, lo cogió mi sobrina Basi, que es la cuarta generación que regenta el local", explica.

Ya de jubilada -"y con una artrosis que me mataba"- Menéndez descubrió las bondades de los baños medicinales de la mano del Imserso. "Hay que agradecerle a Felipe González que abriese y reformase los balnearios. A mí me sirvió para curar el dolor de huesos que padecía desde que tenía 40 años. Desde entonces sané de todo lo que tenía", afirma con una enorme sonrisa en la boca.

Ya con biznietos, no duda en decir que sigue sin perderse un sarao. "En las bodas me llaman la abuela más marchosa. No me pierdo un baile ni una celebración familiar", reconoce. Su buen estado de salud le permite vivir de manera independiente, aunque asegura que su familia siempre está muy atenta. "Yo lo que no quiero es dar guerra, y si puedo vivir sola, mejor. Aunque todos los días me llaman y me vienen a visitar, están muy pendientes de mí", asegura con orgullo.

Nacido en El Valle, en 1925, Carlos Muñiz vivió la crudeza de la Guerra Civil y la posguerra. Junto a sus nueve hermanos, Muñiz ayudó a sus padres en el campo hasta que, con la mayoría de edad, entró a trabajar en los astilleros Riera de Gijón. Doce años más tarde se incorporó a la plantilla de la pujante Ensidesa de Avilés, en la que finalizó su vida laboral. Por el camino, Muñiz se casó con Acacia, a la que lleva unido 70 años, y con la que tuvo a su única hija, Fina. "Es un abuelo genial. Dinámico, divertido y muy sufrido, nunca se queja", le define su nieta, Nuria Prado.

El abuelo de los abuelos de Carreño, Aurelio Suárez "Tronquín", volvió a ser homenajeado por los jubilados del concejo. Con un siglo ya cumplido, y camino de aumentar la cifra en agosto, el homenajeado se mostró "muy contento" por el acto. "Llevo siete años siendo el más viejo", afirma con orgullo este hombre que desarrolló su vida laboral ligado al mítico tren "El Carreño".

Tras el convite, se entregó una placa conmemorativa a los homenajeados, y los allí presentes disfrutaron, hasta bien entrada la tarde, de música y baile. Además de poner en marcha estas reuniones, El Paseín organiza viajes, excursiones y talleres para hacer más agradable los días de jubilado de sus integrantes.