¿Qué diferencia a un hórreo de una panera? No, no es el número de pegoyos (pilares), como erróneamente se cree. La respuesta la da Rebeca Meana Rodríguez: "La única diferencia está en el tejado. Hay que fijarse en cuántos picos o moñas tiene. El hórreo tiene uno y la panera, dos".
Rebeca Meana es quien guía la visita por el conjunto de estas construcciones en Villaviciosa, en una excursión que organiza la Fundación José Cardín Fernández y que ha denominado el "Bus Etnográfico". Parte cada sábado de julio a las 10,30 horas frente a la sede de la Fundación y el recorrido se prolonga hasta las 14 horas. Cuesta cinco euros (tres para los niños menores de 12 años).
La primera parada se hace en el hórreo de Muslera (Fuentes). Es un ejemplo del estilo Villaviciosa, que es el más antiguo (data de entre los siglos XV y XVII), tiene tejado de cuatro aguas, que protege todas las partes de la estructura, y su decoración es tallada y con motivos geométricos.
La siguiente visita lleva a la panera Migoya (Fuentes), cuyo estado ruinoso lo advertía ya en 1997 Rafael Balbín. El siguiente alto en el camino es en la Casa del Horru de Sietes, donde Isidoro Granja explica que este pueblo maliayés es conocido, más que por el número de construcciones que mantiene, por el buen estado de conservación que presentan. Cuenta que se suele cumplir la norma no escrita de que si los pegoyos son de piedra es porque se tiene propiedad sobre el suelo; si son de madera, sólo del vuelo.
El de Piedrafita "es de los más antiguos y la decoración del liño es espectacular", destaca Meana. El hórreo de Pepe Cuadra, en Villaviciosa, ejemplifica los pocos hórreos urbanos que perduran.
