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Melodía de obras en el centro de Candás

Comienza el cambio de pavimento en Valdés Pumarino y el lavado de cara del entorno del centro polivalente de La Baragaña

Un empleado municipal repara el muro de La Baragaña.

Suenan martillos hidráulicos en el centro de Candás. Las obras de la calle Valdés Pumarino han comenzado y, al mismo tiempo, los trabajadores municipales inician el lavado de cara del entorno del centro polivalente de La Baragaña. Los vecinos opinan que las obras son necesarias aunque generen molestias. "Menos mal que le meten mano a La Baragaña, que falta le hacía", expresa Marta Rodríguez, cargada con bolsas del supermercado, mientras pasea por la calle Bernardo Alfageme.

Sobre el cambio de pavimento en Valdés Pumarino, las opiniones son más variadas, pero la mayoría coincide en que los baches de la céntrica calle se han de eliminar más tarde o más temprano. Esa actuación se ejecutará en varios tramos. El primero, donde comenzó ayer, es el entronque con La Baragaña. La adjudicataria renovará el pavimento de adoquines con un hormigón impreso que mantendrá un aspecto similar al actual pero sin losetas individuales. La firma prevé finalizar la obra en seis semanas.

Merche Aramendi y Marisol Fernández opinan sobre las obras mientras esperan su turno en la pescadería de Valdés Pumarino: "Son necesarias, esta calle es un sinvivir y llega un momento que es mejor tirarlo todo y empezar de nuevo". La frutera Mari Corbato espera que las obras finalicen cuanto antes "porque quitan clientela". Juan Beneito, que sale de la administración de loterías, entiende que la actuación puede causar prejuicios a los comercios y bares. También es consciente de la importancia de la obra porque el "paseo está hundido, lo mismo que el paseo marítimo, que también requiere una pronta inversión".

Entre tanto, los trabajadores municipales ya han retirado la madera de los bancos del entorno del polivalente para ser pintados y reparados. Además, se ha procedido al limpiado del firme con agua a presión y se ha comenzado a reparar los pedazos rotos del muro que protege el jardín. Eso en la parte más alta de La Baragaña. Abajo, en el entronque con Valdés Pumarino, las pequeñas baldosas están siendo eliminadas a golpe de martillo hidráulico en una zona vallada en la que se detienen no pocos curiosos que aguantan estoicamente el ruido generado en este tipo de actuaciones. "Lo peor de todo son las obras, pero cuando estén terminadas va dar gusto caminar junto al polivalente y por un Valdés Pumarino sin baches", concluye Mari Martínez.

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