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La última genialidad de Sánchez del Río

El ingeniero culminó en los años setenta, con el gran paraguas de la Pola que el Ayuntamiento de Siero va a rehabilitar en los próximos meses, la evolución hacia las estructuras laminares

La última genialidad de Sánchez del Río CEDIDA POR EL ARCHIVO MUNICIPAL DE SIERO

"Si estas varillas pudiesen gritar, las oirían desde Oviedo". Con estas expresivas palabras, dirigidas a su equipo de colaboradores, remarcó el ingeniero Ildefonso Sánchez del Río la tensión que debían soportar las nervaduras del paraguas octogonal de Pola de Siero. Una obra que, a la postre, sería la última de un creador genial, y que en los próximos meses se someterá a una profunda intervención con la que se pretende que retorne a su esplendor original.

Para calibrar en su justa medida la importancia de este paraguas dentro de la obra de Sánchez del Río hay que retroceder hasta 1929, cuando el Ayuntamiento de Oviedo quiso aprovechar la proliferación de lecheras de los pueblos próximos, que acudían a la capital para vender su producto, creando un mercado. A tal fin, se encomendó a Sánchez del Río realizar una cubierta.

El ingeniero recordaría este curioso encargo, ya en 1931 y con ciertas dosis de humor, en un artículo publicado en la "Revista de Obras Públicas": "No quería nuestro alcalde que sucediese a las lecheras lo que a cierto tabernero bilbaíno, al que un conocido gobernador impúsole fuerte multa por vender agua contaminada...".

Pese al interés del regidor por resguardar a las lecheras, apenas le dio a Sánchez del Río 4.000 pesetas para acometer la obra. Al ingeniero, valga la redundancia, le tocaba tirar de ingenio... y de sentido común: "Como no se disponía más que de cuatro mil pesetas para tales fines, empezamos a estudiar a fondo tan trascendental problema, con el natural optimismo alentador que siempre nos acompaña, y por fin convinimos que lo más apropiado para tapar a las lecheras era un paraguas", dejó escrito Sánchez del Río.

El propio ingeniero reivindicaba, en aquel año de 1931, que el paraguas de las lecheras, con sus 15 metros de diámetro, era el mayor que se había hecho. Con los años, se convertiría en un icono de la localidad, hasta el punto que el enclave donde se construyó se llama hoy "Plaza del paraguas". La estructura, en todo caso, convenció a Sánchez del Río, que la utilizó también para resolver otro encargo municipal: la cubrición de los lavaderos de Fuente de Plata, La Corredoria y Olloniego.

En las décadas siguientes, Ildefonso Sánchez del Río realizará otros paraguas, algunos tan singulares como la cubierta asimétrica del Quiosco de la música de Ciaño, de 1961. Pero ninguno tan espectacular como el gran paraguas invertido de Pola de Siero, el mayor y el más complejo que realizó el ingeniero.

El proyecto data de 1971, cuando Sánchez del Río, con 73 años ya, recibe el encargo de realizar unas cubiertas para el mercado de Pola de Siero. En esos momentos, el ingeniero ultimaba la que está considerada su obra maestra: el Palacio de los Deportes de Oviedo, que fue edificado entre 1961 y 1975.

En un primer momento, Sánchez del Río proyecta y construye tres paraguas cuadrangulares, de 20 metros de diámetro, y un cuarto hexagonal, de 10 metros. Mas el ingeniero estaba preocupado por el paso de una estructura a otra, ya que en el tránsito se mojarían los ganaderos... y las reses. La solución se la trajo el que es a la vez el gran enemigo de los paraguas: el viento. Y es que Sánchez del Río tuvo la genial idea de diseñar los paraguas invertidos, como si una ráfaga de viento los hubiera desarmado.

Jaime Llames, que colaboró con Sánchez del Río en esta obra, recordaba tiempo atrás para LA NUEVA ESPAÑA cómo le anunció el ingeniero que había resuelto el problema: "Me llamó desde Madrid y me dijo: 'Ya tengo resuelto que no se me mojen los xatinos, les damos la vuelta a los paraguas, como por efecto del viento, y resuelto'".

Tal y como precisa Pepa Cassinello, profesora titular de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, en su artículo "Ildefonso Sánchez del Río Pisón. De la bóveda a la lámina (1924-1972)", con estos paraguas culmina Sánchez del Río la evolución desde las estructuras de entramados de vigas de sus primeros paraguas hasta lograr estructuras laminares con las que logró su máximo anhelo: "La construcción de cubiertas de hormigón armado de grandes luces".

El colofón a la obra del mercado llegaría, no obstante, con el quinto paraguas, el único que se conserva en la actualidad: una asombrosa estructura octogonal de 40 metros de diámetro. Una creación con la que superó con creces las dimensiones de los paraguas de Giorgio Baroni y Félix Candela. No en vano, cuando se hicieron las pruebas de carga del paraguas, a finales de 1974, Sánchez del Río dijo a Jaime Llames aquello de: "Si estas varillas pudiesen gritar, las oirían desde Oviedo".

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