El Ateneo Obrero pronto podrá disfrutar de la "mayor superficie para actividades que habrá en Villaviciosa". Así lo proclamó el alcalde maliayés, Alejandro Vega, a la espera de que finalicen las obras del antiguo teatro, que se vino abajo hace una década, cuando se desplomó el tejado. Vega explicó que los operarios acabaron ayer de echar el forjado y que el Ayuntamiento ha concedido una prórroga a la empresa que desarrolla los trabajos para que puedan finalizarlos. No obstante, el presidente del Ateneo Obrero, Juan José Mangas, destaca que la obra va "a buen ritmo".

El Ateneo está encantado porque antes disponía de una planta, que llevaba años en desuso, y con esta rehabilitación se construirán dos pisos, cada uno de ellos con 400 metros cuadrados, por lo que, en total, dispondrán de una superficie de 800 metros cuadrados.

Las obras van "bastante avanzadas" y "estamos muy contentos", destaca Juan José Mangas. La razón es que "se abre un espacio muy importante para desarrollar múltiples actividades", de las que disfrutarán los alrededor de 850 socios del Ateneo Obrero de Villaviciosa. Con la recuperación del antiguo salón de actos podrán incorporar y desarrollar aquí teatro, cine, danza y actividades musicales. Ahora tienen que "pensar cómo habilitar el interior para múltiples funciones", apunta Mangas. Es decir, decidir "qué queremos hacer y cómo sectorizarlo". Mangas insiste en que su intención es que sea un espacio "multifuncional" para sacarle el máximo provecho. Además, para optimizar las dos plantas, también estudiarán cómo habilitar despachos, oficinas, aulas y un lugar para desarrollar proyectos.

Una vez que concluyan las actuales obras de recuperación del antiguo teatro del Ateneo Obrero de Villaviciosa, que se vino abajo cuando cedió el techo en 2006, el Ayuntamiento tendrá que habilitar una partida económica para dotar de servicios de luz y de calefacción a este nuevo espacio.

El Consistorio maliayés logró finalmente, tras años de trámites y gestiones, que el Estado les cediera la titularidad del inmueble, incautado a la Sociedad Ateneo Obrero -fundada en 1911- por la CNT al inicio de la Guerra Civil, en 1936. Tres años más tarde, el edificio pasó a la Falange y con la llegada de la democracia se consideró patrimonio sindical y, por tanto, propiedad del Estado.